Ví claramente cómo la decoración caía sobre Lucía. Grité alarmada y corrí para intentar arrastrarla hacia mí, pero ella, despreciando mi ayuda, se sacudió de mi mano. En un instante, un estruendo ensordecedor resonó cuando la decoración se derrumbó, y ni Lucía ni yo pudimos escapar.
Afortunadamente, me encontraba ligeramente alejada, por lo que no fui golpeada directamente. Sin embargo, Lucía, por su resistencia, se retrasó un instante, y justo cuando cayó, una parte del decorado golpeó sus piernas.
Los pocos invitados en la azotea gritaron horrorizados, observando la escena desde lejos, sin atreverse a acercarse. Alguien corrió a buscar ayuda.
Las piernas de Lucía quedaron atrapadas bajo la madera. Lloraba y me maldecía.
Sentí un dolor agudo en el tobillo, pero preocupada por la posibilidad de que cayera más decorado, intenté levantarme con esfuerzo para ayudar a Lucía.
—¡María, eres tan cruel! ¿Por qué me tendiste una trampa?
Me gritó Lucía con fuerza.
—Primero levántate y mira si es