- Creo... que no quiero los regalos. Le pedí a Santa por mi papá y me lo trajo. No necesito nada más... ¿No escuchaste a mi madre? Ella dijo que no". Y "no" es "no".
- Pero dile que quieres ver al abuelo ya la abuela... Por favor. – Casi rogó.
- No quiero verte más – se mantuvo firme – Nunca más.
- No puedes decir "nunca". Solo tienes cinco años. Sacudió la cabeza, confundido.
- Jordan, lo hizo! Ella ya te dio la respuesta que querías. Ahora vámonos. Calissa trató de alejarlo.
Me miró y luego miró a Melody, sus ojos un poco menos enojados. Él la saludó con la mano y se alejó, caminando con Calissa hacia el coche.
Cerré la puerta y me acerqué a Melody, abrazándola, sin contener las lágrimas. Ella estaba unos pasos por encima de mí y alcanzó mi cabello, alisándolo:
- No llores, mamá. Te amo.
- Yo también te quiero. - Me sequé las lágrimas.
- ¿Pedimos pizza? - sugirió, quizás para tratar de animarme.
- Podría ser... - Examiné sus ojitos verdes, preocupada - ¿Qué escuchaste de la conversa