— Alfa Levy, quítate de en medio. Tengo otras cosas que hacer. — Espetó Ariel, tratando de contener su ira creciente.
Él no solo era descarado, la estaba provocando deliberadamente.
— Tú te lo buscaste. ¿Te arrepientes de haberme provocado ahora? Esto es lo que les pasa a los que me traicionan. — Dijo Levy apretando los dientes, quería verla arrepentirse y pedir perdón, pero Ariel seguía con esa actitud obstinada, lo único que le dejaba ver era su rabia.
— Espero que hayas recibido la citación judicial. Es mi segundo regalo de bodas para ti. Levy.
— No me asustas con ir a la corte, Ariel. Tu pequeña dote ni siquiera cubrirá el costo de las reparaciones del palacio que tu hermano hizo pedazos en un motín. No te llevarás ni un centavo de mí, y tendrás que devolverme el dinero que gastaste en tu amante Daniel. — Masculló Levy con los ojos oscurecidos.
— ¡Ya te dije que no le di nada a él! — Exclamó Ariel exasperada y furiosa, por más que repetía esto, Levy seguía haciéndose de oídos