POV de Vienna
Jamás en mis peores pesadillas imaginé que me vería obligada a enfrentar la monstruosa verdad sobre mi propio padre. El hombre al que alguna vez quise creer capaz de amar resultó ser una figura mucho más oscura de lo que jamás habría sospechado.
Yo lo había visto, la forma en que miraba a su doncella, esa obsesión enfermiza que manchaba el modo en que la trataba. Me producía un asco indescriptible. Cuando Sir Henrì encontró la muerte aquella noche, alcancé a oír fragmentos de las palabras de Emilia, y aunque en ese momento no lo quise aceptar, en lo más profundo de mí sabía lo que había querido decir. Simplemente no tenía el valor de enfrentar la realidad.
Durante demasiado tiempo me aferré a la ilusión de la rectitud de mi padre, negando sus crímenes. Él tenía razón: yo había vivido en una ignorancia voluntaria, cerrando los ojos a su naturaleza violenta y abusiva.
Mi resentimiento hacia Cercei no era ningún secreto; la culpaba de todo. Pero lo que más me enfurecía era