POV: Aurora

El techo de Blackthorn Manor no estaba diseñado para humanos.

Estaba diseñado para gárgolas. Para sombras. Para cosas que no temen a la gravedad.

Me abracé las rodillas, sentada en el borde de un parapeto de piedra plana, con las piernas colgando sobre el vacío. Treinta metros más abajo, el jardín era una boca negra. El viento aquí arriba era salvaje. Me azotaba la cara con dedos helados, enredando mi cabello en nudos imposibles.

Era perfecto.

Abajo, en mi habitación, el aire seguía oliendo a productos de limpieza y a expectativas asfixiantes. Aquí arriba, el aire olía a ozono. A tormenta inminente. A libertad peligrosa.

—Si saltas, mancharás las hortensias de mi madre. Y ella ama esas flores.

La voz no me asustó esta vez. Mi cuerpo ya la había sentido llegar. Esa vibración en los huesos. Ese zumbido eléctrico que precedía a Kieran como la estática precede al rayo.

No me giré.

—No voy a saltar —dije, mirando el horizonte oscuro donde los árboles se tragaban el cielo—. Solo