**Natasha**
Dejé de caminar y me giré lentamente, mirando mi cama mientras recordaba al prisionero que conocí ayer.
Bastien.
Miré mi cama, dudando si debía hacer lo que tenía en mente o no. Podría meterme en problemas si alguien descubría que había estado yendo en secreto a la mazmorra a hablar con un prisionero.
No había nada más que pudiera hacer en ese momento, y ese hombre me provocaba una extraña curiosidad.
Me acerqué a mi cama y me agaché, agarrándola y apartándola de la trampilla.
Suspiré y abrí la trampilla. Me puse de pie, suspiré de nuevo y volví al taburete donde había dejado la bandeja de comida.
Cogí la bandeja y bajé las escaleras. Bajé lentamente por la oscura escalera para no tropezar y tirar la bandeja.
Al llegar al final de las escaleras, puse la mano sobre el mismo ladrillo de antes y lo empujé ligeramente. Las paredes se abrieron de nuevo y entré en la mazmorra.
Miré a izquierda y derecha al pasar por todas las celdas y me detuve al llegar a donde estaba Bastien.