Paul y Nicolás estaban juntos en la oficina, como era costumbre. El CEO revisaba unos documentos, y Paul su agenda, aunque se le ocurrió romper el silencio.
—La colección no para de agotarse. Nocturne Fashion jamás había sido tan viral como ahora, Nicolás —comentó, con una sonrisa satisfecha—. Me alegra ver lo lejos que hemos llegado. Las ventas son las mejores que ha tenido la empresa. Volvimos al top uno.
Nicolás sonrió de lado, con esa expresión que mezclaba orgullo y remordimiento. Se quedó mirando a Paul durante unos segundos, en silencio, como si estuviera midiendo el peso de lo que estaba a punto de hacer.
Le debía algo. No era dinero, ni favores. Era algo más difícil de entregar: una disculpa.
Paul rodó los ojos, entendiendo la mirada de Nicolás como si fueran hermanos de toda la vida.
—Lo siento, ¿si? Dudé muchísimo de las capacidades de Helena y logró sorprenderme. Gracias a ella, nuevos inversionistas quieren asociarse con la empresa.
—Y créeme, son muchísimos. No m