Capítulo 123. Visiones y pesadillas.

Narrador omnisciente

Las mañanas en la manada solían ser ruidosas, llenas de risas y pasos pequeños corriendo por los patios. Pero para Clara e Ian, ese bullicio era distinto. Aunque iban a las mismas clases que los demás niños, no terminaban de encajar. Nadie se los decía abiertamente, pero bastaba con ver cómo los demás se apartaban un poco cuando ellos se acercaban.

Ian lo disimulaba, fingiendo que no le importaba. Jugaba solo con un palo, corría con su lobo imaginario o se quedaba observando el bosque mientras los otros se reían entre ellos. Clara, en cambio, lo notaba todo. Sabía cuándo las miradas cambiaban, cuándo las risas se apagaban si ella hablaba.

Aylin lo sabía también. Lo veía cada vez que iba a recogerlos. Las madres hablaban con sonrisas amables, pero desviaban la vista cuando Ian la tomaba de la mano. Y aunque ella no decía nada, por dentro sentía una mezcla de rabia y tristeza.

—No les hagas caso —le decía a su hijo, cada ve