Lucian
Mi instinto natural es buscar a Alina apenas se va, pero el príncipe Arthur trae las botellas y me pasa una deslizándola por la mesa.
—¿Qué sucedió con la reina? —pregunta.
—Necesitaba ir al baño —miento.
El príncipe asiente y destapa la botella con un sonido agudo y contundente. Un poco de la espuma se desliza por el borde.
—Entonces ya volverá —asegura.
Pero yo no pienso lo mismo. Le he vuelto a gritar, no era mi intención hacerlo, pero me volvía loco con la insistencia de sus preguntas. Estuve a punto de gritarle toda la verdad. La razón por la que no regreso a mi forma humana.
Ella cree que no lo hago por mero capricho u orgullo; ojalá se tratase solo de eso.
Si alguno de los príncipes de los reinos supiera la verdad de mi maldición, estoy seguro de que aprovecharían eso para intentar derrocarme. Nadie puede saberlo, nunca.
Busco relajarme, le doy un sorbo al alcohol que me ha ofrecido. El sabor amargo y pesado hace escocer mi garganta, mas, no siento ningún efecto