CAPITULO 66 PARA SOBREVIVIR

DAKOTA

Pearce besaba mi cuello y aspiraba mi nuca.

—El aroma de tu miedo es tan delicioso…

Mi cuerpo no paraba de temblar, salté de sus piernas cuando el sonido de su celular me salvó por un momento.

Atendió con un gruñido.

—¿Qué?

—Interpol—escuché del otro lado.

¿Interpol? ¿eso qué significaba?

Pearce no dijo nada, solo cortó la llamada, me aferró de la cintura.

—Vamos a dar un paseo, paloma— le dijo algo en otro idioma a su chofer, este dio media vuelta.

Sentí pánico.

—No… no, espera, yo me tengo que ir.

Pearce soltó un suspiro.

—Ahora tienes que venir conmigo, preciosa—me tomó de la mano con delicadeza—. Será muy peligroso déjarte aquí.

La respiración se me cortó.

—¿Dónde vamos?

Él solo sonrió.

—Bebe un poco de agua, lo necesitarás—de un compartimiento entre los asientos extrajo una curiosa botellita de agua, el empaque estaba cerrado.

Lo abrió frente a mí y me tendió la botella para beber.

—No tengo sed—protesté.

—Se buena, paloma, no quiero lastimarte—los vellos se me pusieron en
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