REY DE CORAZONES. CAPÍTULO 50. Destierro
REY DE CORAZONES. CAPÍTULO 50. Destierro
Tristan esperó de pie, junto a la ventana, mientras el tic tac del reloj de pared llenaba el silencio de su oficina. Tenía las manos metidas en los bolsillos y la mirada fija en la calle, aunque no veía nada. Cada tanto se pasaba una mano por el cabello, inquieto, hasta que los dos agentes de la policía finalmente llegaron, y él los recibió con un gesto breve.
El más alto, un hombre de rostro cuadrado y voz grave, le tendió la mano.
—Señor Callahan —dijo—. Soy el detective Murdoch. Ya me comentaron por teléfono de qué se trata. Trajimos los formularios para la denuncia.
—Gracias por venir tan rápido —respondió Tristan, con un tono más seco de lo que pretendía—. Sé que estps procedimientos se hacen en la comisaría, así que les agradezco que me permitan hacerlo en la privacidad de mi oficina.
Los hombres se acomodaron frente a su escritorio; y Murdoch abrió una carpeta gruesa mientras su compañero preparaba una grabadora de voz.
—Entonces —empezó