REINA DEL MAR. CAPÍTULO 88. El amor de una villana.

Volver a Nueva York nos toma tiempo. Navegamos sin prisas, deteniéndonos en puertos pequeños, probando comidas extrañas, bebiendo ron barato y viendo atardeceres que se sienten como postales vivas. Para cuando finalmente llegamos a la ciudad, el aire huele a asfalto caliente y decisiones importantes.

Y yo tengo un anillo en el dedo.

No puedo dejar de mirarlo. Es simple, elegante, con un pequeño zafiro azul incrustado. Brilla cada vez que muevo la mano, como si me recordara lo que viene: un futuro, uno donde el mar no es lo único que me pertenece.

Y por supuesto acabé enterándome de que el abuelo y Ren compraron media joyería y ahora uso solo uno, pero tengo algo así como una colección extendida de anillos de compromiso.

Ren abre la puerta de la mansión Toshiro como si nunca se hubiera ido y veo al abuelo en el recibidor, con un vaso de sake en la mano y esa mirada de quien ya sabe lo que vamos a decir.

—¿Y bien? —pregunta emocionado,