Soy acariciada desde mi pelo hasta mis labios. Froto mis ojos y los abro lentamente. Hay obscuridad a excepción de dos estrellas celestes mirándome.
— No quería despertarte.
Veo por encima de mi cabeza y veo la puerta de la camioneta, comienzo a descifrar mi alrededor y puedo ver que aún estamos en la jeep.
— ¿Aún no llegamos?
— Llegamos hace unas horas.
— Pero, ¿Y los chicos?
— En la cabaña.
Si habíamos llegado, ¿Qué hacíamos aquí acostados en el asiento trasero?
— Pero... — repito confundida.
— No parabas de llorar y cuando lo hiciste supe que era mejor dejarte dormir. Todos estuvieron de acuerdo de que me quedara aquí contigo.
Suelto un suspiro de alivio.
— No puedo olvidar lo que ocurrió, Gaia...
— Shhh, no pienses más en eso — toma mis mejillas —. Gaia siempre fue valiente, ella nunca