Gina

Camila sentía mucho frío. La temperatura del invierno era baja, pero no lo suficiente como para congelarla. Sin embargo, la tristeza que la embargaba ponía gélida su sangre. Tomó el autobús en dirección al apartamento que compartió una vez con Gina y Luka. En este momento necesitaba a su amigo; el asunto con Giulio tenía que esperar. Ese día había sido de perros y le hacía falta consuelo, y nadie mejor que Luka para ese trabajo. Él siempre tenía las palabras adecuadas para ella aunque no fueran de su agrado. Dadas las circunstancias, a Camila no le importaba encontrarse con Gina. Ella solo quería contarle sus desventuras a su leal amigo y ella no se lo impediría.

Camila tocó la puerta con insistencia y fue Luka quien la abrió, y antes de que pudiera decir algo, se abalanzó sobre él y lloró en su hombro, mientras que &

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