El eco de la burla final de Keith aún vibraba en el Salón de Té, suspendido entre Duncan y Elara como una nube tóxica de resentimiento y humillación. Duncan estaba rígido, con las manos apoyadas firmemente en la mesa de centro, concentrado en el patrón del terciopelo para evitar la confrontación, tanto con su hermano ausente como con su prometida presente. Elara, por su parte, fingía revisar los catálogos, pero sus ojos estaban fijos en la nada, reviviendo el escalofrío que la palabra "hueco" había dejado en su alma. Estaba atrapada entre el alivio de haber sido liberada y la incómoda conciencia de una pérdida inesperada.
Fue justo en ese instante de máxima y sofocante tensión cuando la puerta del salón se abrió de golpe, revelando la silueta de Grace. Sin embargo, no regresó con la furia o la indignación que había anunciado. En su lugar, un aire de excitación apenas contenida la envolvía. Su rostro, aunque todavía ruborizado, mostraba una inusual satisfacción, una victoria privada qu