Capitulo 22.
Cinco hombres armados descansaban en los cómodos sillones, fijaron la visita en mi cuando me vieron entrar a la lujosa cafetería, parecen asesinos de series de televisión.
—Un café americano por favor —le dije a la chica que atiende detrás del mostrador.
—Claro que si —acepto la tarjeta que le entregue para pagar —. En un momento estará lista tu orden.
—Gracias — tome asiento frente a los caballeros que murmuraban por lo bajo. Sin importar lo que estuviera a mi alrededor incliné la cabeza y cubrí mi rostro con mis manos. Necesito pensar que es lo que voy a hacer con el enorme problema en el que me he metido y no hablo del nuevo ´puesto que el gruñón del CEO acaba de darme sino del asunto con el señor Marchetti.
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>—Aquí tiene —dijo la señorita al colocar la taza caliente sobre la mesa.—¿De casualidad tendrás un par de hielos y un popote?—Si. Enseguida te los traigo —la chica se movió con rapidez hasta donde se encontraban