Lo que había dicho hizo implosión en la tranquilidad que, hasta ese momento, había reinado en la casa de sus padres. Debió explicarse y, como suponía, mostrarle alguna prueba a su padre de lo que estaba diciendo. Cuando bajó su laptop e ingresó a los extractos bancarios de Antonio, Ignacio Alarcón apenas los miró y dijo:
—Eso no me prueba nada.
—Pero, papá —dijo Estefanía—. ¿Es que no lo ves? Está en cero, no tiene nada.
La mirada de su padre la llenó de angustia. Empezaba a ver que había expuesto a Antonio para nada.
—Me estás mostrando una cuenta a nombre de su marido, ¿pero acaso no sabes si tiene otras?