Me levanto de la silla y sin pensar en si Dimitri se molestará, o cuál será su reacción, salgo por la puerta.
Bajo las escaleras y cruzo el mar de gente, chocando con los cuerpos que hay a mí al rededor.
Respiro profundo cuando llego a la puerta de salida de este lugar, siento mis ojos picar por las lágrimas que quieren salir. Me apoyo de mis rodillos y doblo mi cuerpo.
Alguien pone una mano en mi espalda, y por su olor, ese perfume que siempre trae sé de quién se trata.
Me incorporo lentamente, pero no lo veo a los ojos.
—¿Por qué se lo dijiste? —pregunto, sin voltear a verlo.
—Ella me encontró revisando unos papeles con la información de tu familia, además, estamos en el mismo bando, no le veo problema a que ella esté enterada de lo que te pasó. —exclama—. Génesis, ella también perdió a su hermano, no te pongas así.
Me volteo, furiosa.
—¡Claro que me pongo así, y peor si quiero! —suelto en un alarido—, no me gusta que ande