HENRY
A duras penas conseguí que Camile regresara conmigo a la ciudad, prometiéndole algo que en absoluto cumpliría. Estaba completamente loca si pensaba que me daría por vencido así como así, sin luchar por ella.
Avisé a mis acompañantes que podían acercarse, y esperé paciente a que hiciera las maletas, mientras me deleitaba con la compañía de mi recién descubierto hijo.
—¿Cuántos años tienes, campeón? —pregunté, mientras estábamos ambos sentados en el piso y jugando con su tren de juguete.
—Tres —respondió completamente ajeno a lo que causaba en mí—. Pronto comeré pastel y cumpliré cuatro —elevó su manita, intentando mostrar la cantidad de dedos adecuados y sonreí.
—Ya eres grande, campeón. ¿Me invitar&