HENRY
Salí de la habitación y del departamento completamente afectado. El cuerpo me temblaba por el enfrentamiento que acababa de tener con la mujer que amaba. Me recosté en la puerta y suspiré, intentado recobrar un poco de cordura. La había lastimado, la había amenazado y ni siquiera dudé en hacerlo cuando el pánico me invadió al darme por enterado que ella no quería volver a verme.
¡Maldición!
Todo se me estaba yendo de las manos. Absolutamente todo se me estaba dando vuelta y me estaba volviendo loco. Me hubiera gustado quedarme y conciliar la situación de otra manera, pero no podía dejar sola a Danielle en este momento tan crucial para ambos, en el que por fin, después de cuatro años de sufrimiento y tres de haber iniciado nuestro plan, podríamos ponerle punto final a esa pesadilla llamada Daniel Adams.
Con la frustra