Las hermanas continuaban viviendo con los dos empresarios, pero Lourdes sentía una opresión en el pecho al pensar que sus hijos pudieran encariñarse por demás con ese hombre que no creía que pudiese tener corazón. Su historial de mujeres era largo y él no lo negaba, ¿Cómo era posible que no se enamorara de nadie? No había noticias de que hubiese tenido una relación de pareja ni una sola vez en la vida.
Esmeralda revisó el pronóstico y la calma se instaló en su pecho. La tormenta finalmente cesaría en cuestión de horas. Tal parecía que efectivamente después de cada tormenta saldría el sol, o al menos eso anunciaba la aplicación instalada en su teléfono. Estaba ansiosa por poner distancia de Kenton y de sus intentos de acercamiento en días no permitidos. Si él la había comprado, ella cumpliría el contrato al pie de la letra. Cuando su tiempo juntos acabara, él seguramente conseguiría a quien comprar para ocupar su lugar.
Los niños de Lourdes fueron a dormir la siesta. Dylan le pidi