Celeste y Aldo se miran, ambos son los más cercanos a Pietro, pero ninguno de los dos sabe cómo responder a lo que sucede. Un Pietro con recuerdos de cuando tenía 25 años, es algo que no esperaban.
- Aldo, ve, él es tu padre y seguro se alegrará al ver una copia de él, yo esperaré, tal vez pueda quedarme a cuidarlo por la noche y podamos charlar un poco… - Dijo Celeste con un hueco en el corazón.
- Celeste, tú deberías entrar primero, has hecho un esfuerzo sobrehumano por estar aquí… - Respondió Aldo con un tono firme.
- ¡No! Ve y, ya saliendo, me quedaré con él, ¡Tranquilo! ¡Anda! ¡Ve! – Respondió Celeste tratando de parecer tranquila.
Aldo, al ver aquella mirada tranquila, acepta, se levanta del sofá y entra a la habitación. Su padre no había sido un modelo de calidez y dulzura, pero tampoco había sido un mal padre, al menos en esos casi 6 años.
- ¿Así que tú eres, Aldo? – Dijo Pietro mirando de arriba abajo al joven.
- Sí, padre… Responde el joven con tono firme.
- ¡Vaya! Sí que Mar