Valeria se acercó por último a una de las mujeres más importantes en su vida en Lazio.
Emma Fiore, la mujer que la adoptó casi como su hija, si bien ambas hicieron migas y se volvieron una familia en los 3 años en que estuvo casada con Massimo, su amistad era mucho más fuerte que ello, pero…
Emma había decidido quedarse con los D’Angelo para cuidar de los niños, ella decía que ya estaba vieja para iniciar de nuevo en otro lugar que no fuese su bella Italia; además, ella tenía a sus bellos hijos que, aunque tenían vidas ocupadas por el trabajo, de vez en cuando la visitaban y viajar a México haría imposible la situación.
- Emma, mi querida Emma, tú fuiste mi madre y eso nunca sabré cómo recompensarlo. Me duele que no vayas con nosotros, pero entiendo tu decisión.
Quiero que sepas que, cuando gustes, puedes decirme y mando por ti, solo una semana o dos, para que conozcas también mi país.
- Mi niña, yo soy vieja para andar moviéndome por todos lados, este año o más de un año que tuve la g