Prohibida Obsesión del Alpha
Prohibida Obsesión del Alpha
Por: Viviana
Prólogo

Amy Grey revisaba su iPad distraídamente, utilizaba sus audífonos para escuchar música muy alta y también para no tener que escuchar la discusión que sus padres mantenían en ese momento, y todo gracias a su padre. Siempre era el culpable de que su madre se pusiera toda histérica.

La joven de 17 años levanta la mirada y observa como su madre movía los labios de manera furiosa, lleva la vista hasta su padre y este también replicaba palabras contra ella. La chica vuelve la vista hasta el iluminado aparato para olvidar que ellos existían.

Al menos por ese momento.

Esa noche habían ido a cenar a un restaurante bastante lujoso en Nueva York, eran buenos esos momentos que pasaban en familia ya que sus padres se la pasaban viajando mucho. De hecho esa noche la llevaron a cenar puesto que al día siguiente se largarían de nuevo.

Pero que podía hacer, era menor de edad y seguía estudiando. No iba a decir que sus padres no la amaran, porque sería mentir. De hecho la amaban muchísimo, pero sus constantes peleas la abrumaban demasiado.

Únicamente llegaban a casa para pelear por cualquier tontería, por suerte ella solo tenía que meterse en su cuarto y no escucharlos. Pero esa noche no podía hacer lo mismo, ambos estaban  discutiendo en el coche, y era tanto que la estaban cansando.

Se quita los audios y suelta el aliento al escuchar las quejas de su madre.

—No me mientas en la cara Rene, sé muy bien lo que vi.

—Ya basta Cáterin, me tienes cansado con tus escenas de celos. Siempre andas viendo cosas que no son, y me armas una escena delante de todos. ¿Qué demonios te pasa?

—¿Escena? Por dios, te vi mirar a la estúpida caramera esa, ¿crees que no me di cuenta de eso?, no soy estúpida Rene…

—No quiero seguir discutiendo esto y menos delante de Amy, es absurdo que pelees por una tontería como esta.

La joven niega, puesto que en realidad su madre exageraba. Su padre no miró a esa camarera en ningún momento. Lo cierto era que Cáterin le gustaba armar mucho drama, siempre buscaba una excusa para discutir con su esposo.

Hasta ahora, Amy no entendía como es que sus padres no se habían divorciado. Quizás era porque eran dueños de muchas empresas y separarse no era una opción para ellos.

—Ni se te ocurra meter a mi hija en esto, eres increíble Rene. Seguramente tienes un desfile de mujeres esperándote cada vez que viajas.

—No me salgas con esa m****a.

—¿Pueden dejar de discutir? Todo el tiempo se la pasan peleando, esto pasa cada vez que vuelven a casa. ¿Al menos por esta noche pueden dejar de hacerlo? —reclama la joven detrás de ellos.

Sus padres guardan silencio al escucharla y miran al frente sin decir nada. Amy creyó que había conseguido un avance, ya no los tendría que seguir viendo cómo se destruyen con sus palabras.

—Lamento que tengas que escucharnos siempre en estás hija —se disculpa Rene.

—Lo siento mucho, hija—su madre se gira y le sonríe.

La adolescente se tranquiliza un poco,  solo quería un poco de paz y armonía dentro de ese coche.

—Prometo que para cuando regresemos te llevaremos de viaje.

—¡Es buena idea! —musita Cáterin —. Deberíamos de ir a casa de mi hermana Camil en in Inglaterra, sería bueno ir a visitarla unos días.

—Me parece buena idea, podemos ir en dos semanas cuando terminemos de cerrar los contratos.

Amy sonríe un poco, aunque por dentro no le agrada la idea de ir a ver a su tía al Reino Unido. Su tía Camil no era precisamente la mejor de las tías, era gruñona cuando su madre no estaba presente y la mayoría de las veces la trataba un poco arisca.

Por desgracia era la única hermana de su madre, y como su padre no tenía hermanos siempre la visitaban a ella. Pero claro, la mujer era un amor puesto que su hermana y su esposo poseían una cuantiosa cuenta bancaria.

La joven pelinegra baja la mirada, sin embargo no podía decirle a su madre que detestaba a su odiosa tía.

—Bueno así vamos a quedar.

Su madre vuelve acomodarse en su asiento y ella se coloca los audífonos, mira por la ventanilla y observa que faltaba poco para llegar a su casa.

La residencia de sus padres estaba fuera de la ciudad, tenían que recorrer un largo camino por una vía poco transitada. La misma estaba rodeada por ambos lados de naturaleza, no entendía porque sus padres se empeñaban en seguir viviendo alejados de todos.

Era más fácil quedarse en la ciudad, de igual forma ella tenía que ir todos los días al colegio. Era tedioso levantarse temprano para poder llegar a tiempo, su chófer hacia lo que podía, pero la mayoría de las veces llegaba tarde debido al tráfico.

—Deberíamos de mudarnos a la ciudad, estoy cansada de vivir cerca del bosque—musita con tono aburrido.

—Ya lo hemos hablado, Amy. La ciudad es muy cansona, vivir cerca de la naturaleza es mucho mejor. Se respira aire fresco todos los días.

—No lo creo, las sirvientas tuvieron que matar a una serpiente que se coló por la puerta. Estaban vueltas locas cuando la vieron, eso no es vivir en paz.

Sus padres se miran a la cara.

—Ya he solucionado eso, hija. Te prometo que no volverá a ocurrir.

—Por favor, papá, estamos en el habitad de los animales. Le hemos robado su espacio, es obvio que ellos quieran entrar en la casa. He tenido que sacar a un mapache a punta de zapatos de mi recámara. Ni puedo tener la ventaba abierta.

 —Ya me ocupe de eso, tesoro.

La joven suelta el aliento, la carretera se había tornado muy oscura para ese entonces. Lo que la hace recordar una noche que no lograba dormir, se había puesto a estudiar y como la ventaba estaba frente a su escritorio ella pudo ver a lo lejos a un cachorro.

No estaba muy segura de que fuese de un perro común, eso era bastante imposible, más bien parecía de lobo. Y estaba segura de que no estaba soñando, eso fue real. Más no le dijo a nadie lo que vio, desde entonces le tenía pavor a salir de la casa sola.

Hasta el área de la piscina había dejado de visitar. Lo que menos deseaba era recibir la visita de un lobo en su casa. De solo pensarlo se le ponía la carne de gallina.

—Si como sea, papá…

—Bueno Amy, si tu padre ha dicho que lo ha resuelto es porque así es. Deja de estar buscando 5 patas al gato. Los animales no entraran en casa.

—De acuerdo, mamá como tu dig…

—¡RENE, CUIDADOOOO! —grita Cáterin.

—JODER NOOO…

En ese momento Amy escucha el grito ensordecedor de su madre, la joven mira al frente y ve como su padre gira el volante de su coche bruscamente. La pelinegra queda en transe justo en ese instante de conmoción.

Todo pasaba como en cámara lenta, en esa fracción de segundos que su padre vira el coche Amy mira hacia su lado izquierdo observando como un enorme lobo negro se perdía entre la naturaleza, seguidamente todo su cuerpo comenzó a revolverse  dentro del coche.

Aunque estuviera sujeta del cinturón de seguridad igualmente daba brincos dentro del vehículo mientras que este daba vueltas en la carretera. Ella pudo ver todo, más no lograba escuchar nada, era como si estuviera sorda.

Únicamente miraba el cuerpo de sus padres, la camioneta girar y luego… nada. Silencio total. No supo cuánto tiempo transcurrió, pero Amy logra pestañear un par de veces sintiendo algo caliente corre por su frente, luego de eso sus parpados se volvieron pesados y termino por cerrar los ojos.

[…]

Amy abre los ojos de golpe sintiendo una fuerte punzaba de dolor en su cabeza, la chica se lleva la mano a la misma y es cuando siente que algo envolvía su cabeza. Frunce la mirada y se toca con la otra mano.

—¿Una venda?

—¡Amy! —en eso escucha una voz familiar y alza la vista, ve una rostro familiar, pero no el que ella quería ver —. ¡Dios mío! Has despertado…

—¿Tía Camil?, ¿Qué estás haciendo aquí? —la mira insegura y algo asustada.

—¡Oh, querida! Mayor golpe te has dado —toca su frente.

En eso la pelinegra repara en su pierna y se da cuenta de que la tenía enyesada completamente.

—Por dios, ¿Qué es lo que ha pasado?

—Cálmate, llevas inconsciente un mes entero. Pero me alegra que hayas despertado.

Amy mira el rostro de su tía algo confundida por su actitud tan dócil, y un rostro que era igual al de su madre y eso se debía a que ambas eran gemelas.

—¿Dónde están mis padres? Nosotros tuvimos un accidente, yo recuerdo que… —se lleva ambas manos a la cabeza puesto que le comenzó a doler.

—No, no, no te fuerces. Llamare al doctor.

Ella traga saliva ya que siente mucho miedo de lo que estaban por decirle, mira su pierna y su respiración se hace rápida, los aparatos a sus lados comenzaron a pitar hasta que ingreso el doctor.

—Amy, cálmate por favor —el doctor actúa rápido acostándola de nuevo —. Sufriste una herida muy grave en la cabeza, no puede levantarte de golpe ¿de acuerdo?

—¿Dónde están mis padres? ¿Dónde están? Dígame que paso con ellos —sujeta al doctor por los brazos.

—El accidente fue grave, Amy. Hicimos lo que pudimos por tus padres, pero ninguno lo logro. Al llegar a la clínica fallecieron, lo siento mucho.

—No, no, eso no es cierto, no puede ser.

—Debes calmarte. Ponerte en ese estado no te ayudara en nada.

La joven ve a su tía llorar en un rincón, jamás la había visto llorar en su vida y eso le confirmaba lo que el doctor le estaba diciendo.

—No es cierto, yo sigo con vida, ¿Por qué ellos no? ¡NO ES VERDAD! —grita tratando de pararse de la cama.

Las enfermeras entran en el cuarto y le inyectan un sedante.

—Necesito que estés tranquila, llevas un mes dormida y no pretendo que te pongas mal cuando has despertado al fin.

—Mis padres… —balbucea hasta quedarse dormida.

—Doctor, ¿Qué es lo que pasara ahora? —pregunta Camil.

—Lo procesara poco a poco, le tomara mucho tiempo asimilar lo que paso. Pero con ayuda de sus seres queridos ella podrá superar la muerte de sus padres y seguir adelante.

Camil mira a su sobrina y asiente, ella no tenía hijos, y esa niña era su única sobrina y pariente. Su hermana le había dicho que si algo le llegase a pasar en unos de sus tantos viajes dejaría la custodia de su hija a su cargo.

La mujer no estaba lista para hacerse cargo de una niña, por esa razón no tenía hijos. Baja la mirada y niega.

—¿Es su única pariente?

—Si.

—Cuando Amy salga de algunos exámenes de se le debe practicar la daré de alta si todo sale bien.

—Claro doctor.

—Por ahora, necesita mucho de usted.

[…]

Su tía rodaba la silla de ruedas por el corredor de la clínica, ella y Amy se dirigían a la salida en silencio no eran muy cercanas como para ir dándole a la conversación. Estuvo dos semanas más internada en la clínica por un problema en su riñón, pero cuando estuvo mejor la dejaron salir.

Con la pierna enyesada, Amy abandono el hospital. Su tía la ayudo a subir a la camioneta y las dos seguían sin decir nada.

—Quiero que me lleves a sus tumbas, por favor —pero fue Amy quien rompió el silencio.

—Deberíamos de ir a casa de una vez, recuerda que es muy lejos y…

—Por favor, necesito verlos. No pude ir a su funeral, al menos quiero despedirme.

Camil asiente y le ordena al chófer que se dirija hasta el cementerio.

La joven adolescente se despidió de sus padres con mucho pesar, con lágrimas en los ojos y sintiendo que su corazón estaría roto por el resto de su vida.

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