¡Bang!
Una patada brutal impactó de lleno en el estómago de Jeremy, haciéndolo caer hacia atrás con un grito de dolor mientras se sujetaba el abdomen.
—¡Ha cruzado la línea, señor! —tronó la voz de uno de los guardaespaldas de Livia, sorprendiendo a todos, incluida ella y Kylie. El sonido bastó para hacer imaginar lo dolorosa que había sido aquella patada—. ¿Cómo se atreve a decir semejantes palabras frente a nuestra joven señora?
Por un instante, Jeremy se quedó aturdido. Gimiendo y con la mano sobre el pecho, soltó una maldición entre dientes. Con ayuda de sus hombres se incorporó, lanzando una mirada asesina hacia Livia, que seguía detrás del guardaespaldas que lo había golpeado. Sentía una mezcla de vergüenza y rabia. ¿Cómo podía haber sido humillado así, delante de sus propios subordinados? Su orgullo se hizo trizas, reducido a polvo sobre el suelo. Nunca antes lo habían avergonzado de ese modo.
—¡Livia! —rugió, cada vez más frustrado al no poder ver su rostro—. Parece que se me