La puerta de la sala VVIP se abrió de par en par. Todos se pusieron de pie al instante. Los doctores y enfermeras formaron una fila, y Kylie, que estaba sentada al borde de la cama, se levantó de golpe, pálida como una hoja.

Damian avanzó hacia la cama mientras los demás se apartaban a un lado, alineándose junto a la puerta.

—Cariño, yo… —Livia, recostada levemente, se veía nerviosa, sorprendida por la reacción tan intensa de su esposo.

—¡Todos fuera! —tronó la voz de Damian. Su mirada recorrió la habitación, y nadie necesitó que se lo repitieran. En cuestión de segundos, todos salieron.

Kylie vaciló; si Brown no le hubiera tomado la mano, probablemente habría caído de rodillas suplicando perdón.

—Señor, necesito hablar con el señor Alexander.

—¿De verdad crees que tienes tantas vidas como para hablarle ahora? ¡Fuera! —rugió. Kylie obedeció de inmediato y salió tras Brown.

Silencio.

La habitación quedó vacía en un instante. La puerta se cerró con un clic. Por primera vez, fue Livia qui