Especial Cap. 64
La experiencia es la mejor maestra, pero para Damian, la experiencia se sentía más como un trauma que lo perseguía sin descanso. Aunque ya sabía lo que le esperaba, no podía calmar su corazón. El dolor que Livia debía estar sintiendo ahora seguramente se extendía por su espalda y sus caderas.
—Livia, lo siento. No estuve contigo cuando me necesitabas —susurró, rodeando con fuerza el frágil cuerpo de su esposa recostada en la cama.
Por un momento, el mundo pareció pertenecer solo a ellos dos, aunque todo el equipo médico ya se encontraba en la habitación.
—Mi amor, todo está bien. Cálmate.
Ella era la que sufría… y aun así, era la que lo consolaba.
—Pero te duele, ¿verdad? Igual que cuando diste a luz a Davina.
En lugar de hacer lo que ella pedía y tocarle el vientre, Damian presionó suaves besos en las comisuras de sus ojos, como si esperara absorber todo su dolor con los labios.
—Mi amor, de verdad estoy bien. Jajaja, de verdad.
Las mejillas de Livia se tiñeron de rojo; sabía que no