El plan de Kylie de quedarse en casa aquel fin de semana tuvo que cancelarse.
Brown tenía una tarea importante hoy y necesitaba salir… llevándose a Kylie con él.
—Cariño, ¿estás segura de que puedo acompañarte? —preguntó ella mientras se admiraba frente al espejo, girando un poco para alisar el borde de su falda y arreglar su cabello. Brown, todavía en el baño, no respondió.
Kylie se peinó cuidadosamente y se recogió la mitad del cabello, dejando que el resto cayera sobre sus hombros.
Hoy llevaba un vestido marrón claro hasta la rodilla, con una línea de pequeños estampados florales que corrían verticalmente. Como iban a visitar a la señorita Livia, quería verse apropiada y correcta.
—¿Qué tal me veo?
Brown asomó la cabeza desde la puerta del baño, con una toalla suelta alrededor de la cintura. Su cabello aún húmedo, su pecho ancho y abdominales marcados brillaban bajo la luz.
—Hermosa. Te verías hermosa con cualquier cosa que uses —dijo con naturalidad, secándose el cuello y el cabel