1/ Agente Holmström

11 años después.

16 de diciembre de 2020.

Estados Unidos: Los Ángeles, California.

Sherlly Holmström

Dejo escapar el aire con mucha lentitud por mis labios fruncidos, me calmo y me concentro para luego poder disparar dando justo en el cráneo de uno de los criminales más peligrosos. Se supone que él forma parte del gobierno, o al menos eso decimos como cuartada.

Les explicaré mejor para que podamos entender esta situación: mi nombre es Sherlly Holmström y pertenezco al Departamento de Operaciones Extremas (DOE), una organización privada de los Estados Unidos de América, Rusia, Alemania, Canadá, Dinamarca y Finlandia. Nos encargamos de capturar a los criminales más peligrosos, desenmascarar a los políticos corruptos y buscar la verdad siempre. 

En este momento me encuentro en cubierto en una misión en la que mi rol es sobre ser una estratega que busca soluciones para Donovo. Éste hombre controla uno de los treces cárteles del narcotráfico más famosos de México, y, al mismo tiempo, es la mano derecha del Mafioso que lidera a dichos cárteles, y que vino a este país en busca de negocios ilícitos, pero se encontró con un modo operandi completamente distinto. Me infiltré siendo recomendada como Marissa Sallow por una red de internet en la que mi hermana y yo somos reconocidas como las el Dúo Inesperado, una red manejada por hackers que trabajan para la mafia, principalmente la rusa, nos costó trabajo infiltrarnos y hacernos notar, pero lo logramos, siempre lo hacemos, no hay trabajo que nos quede pequeño y este es uno de esos.

Como agentes infiltrados debemos recrear escenas donde hagamos a nuestras victimas sentirse seguras de nosotros y luego les caemos con todo. Lamentablemente necesitamos personas que deben ser lastimadas o que pueden llegar a morir, así que hacemos pasar a otros mafiosos, asesinos, violadores que ya han sido encarcelados como si fuesen del bando contrario o se tratase de oficiales que se encuentran en algún operativo. Esta vez esa persona que tuvo que morir debido al impacto de la bala que incrusté en su cabeza era un traficante y violador de infantes al que le colocaron el uniforme de la policía local. 

—Nos tienen rodeados —le informo a él y a los dos hombres que quedan.

—¿Cómo procedemos?, tú eres nuestra estratega, busca una solución.

—Primero debe calmarse, si usted se desespera me hace desesperar a mí y de esa manera yo no trabajo porque tomo decisiones apresuradas que no pueden llegar a ser buenas —le reprocho y lo miro suspirar profundamente —. Lo mejor sería seguir subiendo y comenzar a saltar edificios.

—Ella tiene razón —dice uno de los dos idiotas buenos para nada a los que les queda pocas horas de vida —. Abajo hay más de cien soldados que están a nada de tomarse el segundo piso —informa mientras mira las grabaciones de las cámaras que están colocadas por toda la mansión en la laptop que tiene entre sus manos.

—Siempre tengo la razón —me encojo de hombros y vuelvo a mirar a Donovo —. Es muy probable que estén enviando helicópteros, pero la tenemos más fácil escapando con ellos persiguiéndonos que con los que están abajo porque son muchos más y ya no nos quedan municiones para enfrentarnos a todo un ejército de las fuerzas armadas.

—Entonces vamos arriba —decide él enviando a uno de sus hombres adelante y ordenándole al otro que se quede detrás, cubriendo nuestra espalda —. Cuando salgamos de esta m****a voy a follarte como nunca en tu vida te han follado —asume, y yo muerdo mi labio en lo que se supone debe ser una mueca provocativa, pero en realidad, lo hago para no reírme en su cara y gritarle que es un maldito imbécil de m****a que va directo al matadero.

—O tal vez sea yo quien te folle a ti como nunca antes te han follado en tu vida —le guiño un ojo y paso por delante de él. Su rostro arrugado se contrae en asombro y no pierde la oportunidad de darme una nalgada por encima de mi falda que resuena por todo el lugar.

Donovo tiene 53 años, es un baboso que nació para servir y fracasar por más que intente ser más. 

Llegamos al cuarto piso y antes de que podamos subir el último escalón una voz nos detiene ordenándonos poner las manos en alto y retroceder. Yo sonrío y me hago pasar por la típica chica asustada que no está acostumbrada a este tipo de cosas, arrodillándome en el suelo y levantando mis manos donde pudieran verlas. 

—Es solo él —dice uno de los dos guardaespaldas de Donovo y en seguida sospecho todo lo que pasará. 

Intentan disparar, pero antes de que puedan hacerle algo al agente Tomlinson este acaba con ellos propinándoles un disparo en la frente a cada uno. Volteo a mirar a Donovo quien también se arrodilló, pero colocó sus manos detrás de sí, y cuando está a nada de sacar el arma que tiene guardada yo le ataco con rapidez pateando sus manos y haciéndole una llave de calf slicer donde casi le desprendo la pierna izquierda. Él grita de dolor y pide piedad, levanto mi mirada y veo a Tomlinson sacar sus esposas y ayudarme a colocárselas. Lo suelto y le pido a otro de los agentes que vienen entrando que me den una caja para almacenamiento de evidencia y mientras ellos me la traen yo me coloco unos guantes simples y procedo a guardar el arma que minutos anteriores pateé.

—Excelente trabajo, agente Holmström —exclama Adriel Lund, nuestro Jefe Superior de Operaciones. 

Una risa es escuchada en toda la mansión y yo ruedo los ojos ante la reacción de Donovo. Así es siempre. Quedan sorprendidos. Primero niegan con su cabeza, ríen, y luego comienzan a gritar como malditos locos desquiciados con amenazas vacías sobre atentar contra tu vida o tu familia. 

—Así que... ¿Agente Holmström? —pregunta, antes de volver a reír —. M*****a hija de perra, yo voy a...

—Si si, ya... —comienzo a caminar alejándome de todos —. Me vas a matar, a conseguir mi punto débil, hacerme sufrir y bla bla bla.

Camino directamente hacia una de las camionetas negras estacionadas afuera. Al ser un operativo secreto realizado por una organización que se supone que no existe se toman medidas como: no utilizar los logos de dicha entidad, usar autos que no tengan nada que ver con el gobierno, llevar ropa completamente negra donde no se nos pueda relacionar con alguna otra sociedad como el FBI, la CIA, o alguna de esas mierdas que se creen superiores y que al final no logran un carajo.

De camino a la DOE, la chica que ocupa el asiento copiloto me entrega una mochila con mis cosas y yo la tomo. Busco entre mis cosas mi celular y me topo con la pequeña bolsita de color dorado donde está mi anillo de compromiso. Sonrío sin poderlo evitar. Es hermoso, sencillo, pero precioso. Rápidamente me lo coloco y le tomo una foto a mi mano con este puesto, para luego proceder a escribirle un mensaje: Acepto.

Al minuto llega su respuesta: Ha ocurrido un milagro, llevo dos años pidiéndotelo y finalmente me dices que sí. ¿Celebración esta noche?  me pregunta haciéndome reír aún más y sonrojarme al notar como el conductor y la agente que va de copiloto me miran por el espejo retrovisor.

—¡Estoy comprometida! —grito justo en cuanto llegamos y ambos me felicitan, yo les doy las gracias y luego me bajo del auto y camino como toda una Holmström que acaba de traerle otra victoria a esta central. 

Muchos agentes me sonríen cuando paso por sus lados. 

—¡Me casaré Demetria! —le digo a quien ha sido mi mejor amiga desde muy pequeñas, cuando nos conocimos al comenzar esta locura de mundo —. Me casaré con el hombre al que amo, es una sensación increíble.

—Entonces debo darte dobles felicitaciones —ella corresponde mi abrazo —. Estoy tan orgullosa de ti...

—¡Gracias!

—Agente Holmström, al área de ciencias —dice Lund pasando por mi lado. Suspiro.

Al comenzar o terminar cada operación debemos pasar por esa área. Los doctores, psicólogos y personas de otras ramas especializadas en ese tipo de temas son los encargados de prepararte adecuadamente para cada misión a la que debas ir. Ellos instalan un microchip de ferrita de sólo 0,25 x 0,125 milímetros, unas dimensiones que permiten compararlo con un microscópico grano de arena y alzarse con la categoría de chip más pequeño del mundo. 

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