Luego de una larga sesión de besos, nos sentamos a cenar.
Entre risas y caricias, nos dejamos llevar por la maravillosa comida y charlamos un poco más sobre nuestras vidas.
Andrew era un hombre increíble. Siendo hijo único y bastante joven, se tuvo que hacer cargo de la empresa de su padre y por lo tanto de la economía de su familia.
-Comí tanto que no puedo respirar- murmuré sonriendo.
Andrew soltó una suave risa.
-Estaba deliciosa la comida, muchas gracias-
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