Claudia se cambió en el armario de su oficina a un vestido negro largo, sencillo pero elegante, retocó sus labios rojos, y soltó su cabello del recogido que tuvo durante el día. Las reuniones familiares de los Gil no tienen nada casuales: siempre son elegancia de todos los presentes y hacer negocios sin parar.
-CASA DE LOS GIL- Claudia le indicó a su chofer a dónde ir, y unos minutos después ya estaban en la gran reja afuera de la mansión Gil, donde los recibía un garage redondo lleno de Rolls Royce, Ferraris y Cadillacs con una elegante fuente en el medio del mismo material que las escaleras de la entrada a la mansión, una casa grande pero no exagerada, costosa pero no extravagante, elegante pero con sentimiento de hogar. Al subir las escaleras, Claudia saludó a su familia, y a algunos de los invitados, al Presidente del Congreso y su esposa, al gobernador, y a los dueños de multinacionales que estaban presentes. Todos ansiosos por saludar y hablar con la famosa y hermosa heredera de la familia Gil. La familia Gil era admirada, eran la familia perfecta ante los ojos de la sociedad. Hay familias con clase pero sin dinero ni poder, hay familias con poder pero sin clase ni dinero, y por supuesto, hay familias con dinero pero sin clase ni poder. La familia Gil, no era una de esas, ellos lo tenían todo, una de las familias más ricas de México, con conexiones poderosas y con más clase en su dedo meñique que muchas personas “elegantes”. Además, eran una familia unida y cariñosa; el paquete completo, como decían los envidiosos. Es por eso que cuando el padre de Claudia, Antonio, hacía una reunión en su casa, nadie perdía la oportunidad de asistir, era la oportunidad perfecta de conocer a personas importantes, ofrecer negocios millonarios y pasar un buen rato. -Bienvenidos a nuestro hogar.-dijo Antonio a todos los presentes - mi esposa, mi hija y yo estamos honrados de recibirlos a hoy en nuestra casa. Mientras Antonio hablaba, los mesoneros repartían a todos los invitados copas de champaña para brindar. Continuo Antonio: Gracias a todos por venir, quisiera hacer un brindis para darle la bienvenida a nuestro invitado de honor, el nuevo Ministro de Obras Públicas, Pablo Sánchez. Todos en la sala levantaron sus copas para brindar y le dieron un fuerte aplauso a Pablo, mientras Claudia seguía en shock por el anuncio de su papá. Pablo simplemente hizo un saludo a todos con su mano, levantó su copa y brindó junto a Antonio. Claudia terminó el brindis y en seguida se retiró al despacho. Su papá se dio cuenta de la situación y la siguió, y al entrar, le dijo: Claudia, puedo explicarlo. Antonio Gil era un hombre respetado y conocido por todos, fundó y dirigió Petrolium Inc por más de 30 años y en todos su años de gestión conoció a muchas personas, creó conexiones y amistades importantes. Se dio cuenta que los negocios y el poder iban de la mano, por eso cuando Claudia terminó sus estudios y Antonio sintió que estaba preparada, se retiró de su cargo y la dejó encargada de todo para el dedicarse a la política, no buscando ningún cargo ni lanzándose a elecciones, si no dirigiendo el partido más importante de México, lo que le daba el control de mover las fichas políticas a nivel nacional a su antojo y conveniencia. -No quiero explicaciones papá, de todos los hombres en el mundo, invitar a Pablo, y como “invitado de honor”. No puedo creerlo. -dijo Claudia indignada. El papá de Claudia se acercó, tratando de explicar: hija, lo lamento mucho, sabía que si te decía el motivo de la reunión no ibas a venir. -¿Y crees que eso es excusa? -gritó Claudia. -Por supuesto que no, pero con su nombramiento y su reputación está sonando su nombre dentro del partido para próximo candidato a Gobernador. Tenemos que tenerlo cerca. -explicó Antonio. -Papá, ya tienes suficiente dinero, poder y conexiones, ¿no podías, por tu hija, dejar pasar una oportunidad? -preguntó Claudia molesta. -No hija, como jefe del partido, no puedo simplemente ignorar a la nueva figura por asuntos personales. -dijo Antonio Claudia, indignada, gritó: ¿asuntos personales? ¿Te parece que lo que me hizo Pablo solo son asuntos personales? Pensé que tu lema era siempre la familia primero. Antonio, dirigiéndose a la puerta, concluyó: lo lamento hija, no hay nada que pueda hacer, solo espero que lo aceptes. Y se marchó. Claudia se sirvió un trago de whisky y se quedó viendo a la ventana, pensando en cómo habían llegado a este punto, no tenían ninguna necesidad de sacrificar a la familia por más dinero o más poder. En ese momento se escuchó la puerta abrir y Claudia dijo por instinto: Papá, nada que puedas hacer arreglará la situación, déjame sola. -No soy papá.- respondió la persona desde la puerta. Claudia volteo sorprendida.