*CAPÍTULO 13*

*CAPÍTULO 13*

**Bruno Bergmann**

—¡Amaral! — vuelve a llamar.

—Escóndase bien, asegúrese de no hacer ruido por favor — me pide aterrada.

—No quiero dejarte sola — siento mucha furia de golpear a ese mal nacido.

—Se lo suplico, escóndase— hablamos en silencio, no convencido acepto.

—Actúa normal, no le demuestres miedo Amaral — me marcho, y ella queda sola con él. Yo entro en una habitación pero desde aquí vigilo que no la toque.

—¿Qué haces aquí? — la toma del cabello.

—Déjame — su rostro se vuelve rojo.

—¿Qué haces aquí? — ella asienta su cabello.

—Intentando controlarme ¿Qué no vez que todos notan lo delgada que luzco por tu culpa? — cierra la puerta.

—Es tu propia culpa por andar diciendo lo que no debes en público — como deseo mi cámara en este momento.

—Vayamos de vuelta a la fiesta — mira todo el lugar no muy convencido.

—Bien — Salen juntos.

 Espero a que ellos lleguen primero para después ir yo, la rabia me está comiendo por dentro, mirar cómo ese animal la jalaba del cabello me llena de furia, es que provoca tenerlo atado a un árbol desnudo y hacerle lo mismo que él le hace ella, golpear sus pelotas por marica, por tocar a una mujer. Me cabrea los hombres de ese tipo, son seres despreciables, pero lo que más me enfada es que ellos creen que son dioses por el hecho de maltratarlas. De igual me enfada cuando una mujer lo permite, al aceptar el maltrato una vez y no hacer nada es porque seguirá permitiéndolo, no la culpo a ella, pero por muy enamorada que hubiera estado en su momento debió poner un punto y final y no dejar alargar tanto el problema.

Desesperado por verla tomo una bandeja con copas de champagne y me dirijo hasta la familia Watson para entregarlas, se que es indebido lo que hago, pero ni modo, igual lo haré.

—Cariño, no deberías tomar si sospechan del embarazo — ¿Embarazo?

—Es cierto mi vida, deja la copa en su lugar — la monta sobre la bandeja.

—Ya vuelvo — su hermana se marcha, la sigo para que ella me explique sobre ese tema que desconozco — ¿Quieres matar a mi hermana? — tiene razón, no debí llevar esas copas, pero no logro controlarme.

—¿Está embarazada? — niega.

—Fue una tonta excusa que uso el idiota ese para cubrir la ausencia de mi hermana durante estos días — suelto un aire de alivio.

—Te juro que estoy que lo mato, debería pasarle el carro por encima — ella concuerda Conmigo.

—Pásalo una y otra vez, no pude evitar tratarlo mal, ya me es difícil disimular mi rabia — la comprendo.

—Evítalo, así le evitarás a ella problemas con él, por cierto, casi nos descubre — abre sus ojos.

—Moriré un día de esto gracias a un infarto — esa pequeña me agrada.

—Lo dudo, pero bueno, me dijo que duró días sin comer, dormía en el suelo, sus piernas están todas marcadas, tiene moretones, quien sabe con que la lastimaría. Debemos convencerla de que lo deje — bufa.

—Está en eso, la mantiene vigilada hasta en la casa — desde aquí la observo mirarme, es tan bella, y esa tristeza en su rostro intenta opacarla — Si sigues mirándola así él se dará cuenta que andas samureando su salado — ¿Qué?

—¿Cómo es eso? — se ríe.

—Que andas muy pendiente de querer robarle a su esposa — abro mis ojos. Que palabras las de esta niña ¿Samureando su salado? Que loca— ¿Mi hermana te gusta mucho cierto? ¿Más de lo que esperabas? — no dejo de mirar a Amaral.

—No lo sé, es muy hermosa, es una mujer que me causa demasiadas intrigas, desde el primer día que la vi ha causado eso en mí, y ahora con todo esto me hace querer protegerla— voltea mi rostro.

—No sientas lastima por ella, eso me enojaría— arrugo mi entrecejo.

—No es lastima, no podría sentir eso cuando ella es quien permite todo Amanda — suspira.

—Pues si.

—Tu hermana cómo mujer me agrada me cautiva, y es cierto que no la conozco mucho pero… pero ella tiene algo que… que me atrae, que me hace querer… eso no te lo diré — ella abre sus ojos.

—¡Ay por dios! Ya me imagino lo que ibas a decir, ahórrate tus deseos pornosos para ella por favor — muero de risa con esta niña.

—Lo siento, ella me hace crear cosas locas en la mente — niega.

—Claro, como no — Tengo una regla que no puedo quebrar, y es no mezclarme amorosamente con mi cliente, tengo que entender que ella me contrató para un trabajo, y ya por esa razón no debo mirarla con otros ojos que no sean de un detective que trabaja para ella por tiempo indefinido.

(…)                                                         

La semana transcurrió con mucha lentitud, he pasado mis noches inquieto por querer mirar a esa mujer, su hermana me ha dicho que han hablado con constancia, e incluso que su rostro ha ido cambiando más, me dijo que no ha tenido problemas con Federico desde aquella vez que la encerró, ha estado actuando como a él le gusta, ha obedecido cada una de sus peticiones para evitarse problemas.

Le dije a Amanda que pasara por aquí para mostrarle algo que hará feliz a su hermana, me encantaría mirar el rostro de felicidad, pero por su seguridad es mejor que no venga.

Amanda ha tardado demasiado en llegar, estoy tan contento en que aparezca, quiero que la información llegue a manos de su hermana, eso le dará un rayito de luz y sabrá que vamos por buen camino. No parare hasta que encontremos suficientes pruebas.

—¿Todo bien? — me giro cuando la escucho. No esperaba verla a ella aquí. Era Amanda quien debería de haber venido.

—¿Qué estás haciendo? Venir aquí es muy riesgoso Amaral — deja su bolso encima de mi escritorio.

—Descuida, todo estará bien, mi hermana me dijo que tenía algo muy bueno y vine directamente a ver que es — Amanda tenía razón, Amaral está mucho mejor.

—Estas en lo cierto, pero antes que nada quiero pedirte que te sientas en confianza y me tutees — se sonroja por ese simple hecho.

—Es por respeto que no lo hago — tomo asiento.

—Me sentiré mejor si hace a un lado ese respeto — junta sus manos.

—Está bien, Bruno — logro convencerla.

—¿Cómo has estado? — se relaja en la silla.

—Más tranquila, obedezco todo lo que me pide, intento no darle razones que me pueda dañar, si ha notado mi cambio pero me ignora, como siempre — estoy más tranquilo al saber que no le ha hecho daño.

—¿Cuándo lo dejaras? — suspira, por lo que veo no sabe cuándo lo hará.

—Sigo trabajando en mi huida, en casa me tienen el ojo montado las veinticuatros horas — que difícil debe ser vivir así.

—Puedo conseguirte algo que los dormirá, de esa forma es que podrás escapar — me siento muy bien al verla.

—Me da miedo — tomo sus manos.

—No debes temer, es por tu libertad — suspira, ese suspiro la hace lucir muy tierna.

—Déjame pensarlo — No le insisto, dejare que lo piense.

—Quiero hacerte una pregunta, quizás te sea muy incómodo — Hace días tengo esa pregunta rondando en mi cabeza.

—¿Qué será? — junto mis manos.

—¿Alguna vez Federico ha intentado… abusar de ti sexualmente? — mi pregunta la sorprende, era de suponerse que sería así. Espero no terminar igual que ella cuando responda.

—No, y no miento, jamás ha intentado abusar de mí. En realidad hace mucho tiempo que no intimamos, ni siquiera cuando yo creí que lo amaba — me siento aliviado porque no ha pasado, aun así no descarto de que por enojo y castigarla la obligue.

—Debes tener cuidado, no sabemos hasta donde es capaz de llegar para herirte — no es que quiera preocuparla, al contrario, quiero que este muy atenta con ese sujeto y sus arranques.

—Entiendo, siempre pienso que puede ocurrir, es a lo que más le temo.

—Procuraremos no pensar en eso.

—Vale ¿Qué noticas es la que me tienes? — me levanto de mi silla y ella igual.

—Ya te muestro, déjame buscar ahí en ese archivo detrás de ti la carpeta — paso por su lado, saco la carpeta y cuando me doy la vuelta me la llevo por el medio sin querer, con agilidad la sostengo de la cintura evitando su gran caída, ella por impuso rodea mi cuello con sus manos sosteniéndose. Nuestros rostros quedaron muy cercas, tanto que siento su aliento rozar mi rostro.

Poco a poco me acerco más, tener sus labios a nada de los míos me hace querer besarla, sé que no sería correcto si lo hago, pero la tentación que tengo en este momento de querer besarla es enorme.

—No lo haga, por favor — me pide.

—Yo… yo lo siento — me distancio. He sido un imprudente.

—Descuide, yo tuve la culpa por acercarme sin avisarle, era de esperarse que al voltearse me llevaría de por medio — ¿Cómo pude pensar en besarla? Es una mujer casada, aparte de que está casada con un demente, y no es eso nada más, estoy trabajando para ella, soy su investigador privado, no es correcto.

—Debí ser cuidadoso — Seguro pensará que soy un aprovechado. En realidad lo que soy es un imbécil por haber pensado en besarla. Que idiota, ahora no se sentirá en confianza.

¿Qué hubiera pasado si la fuese besado?

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