*CAPÍTULO 10*

**Amaral Watson**

Subo las escaleras temblorosa debido a lo débil que me encuentro, pase dos días sin alimentarme e hidratarme bien, mañana será la fiesta de mis padres y Federico ha decidido sacarme de mi encierro para reponerme un poco y no parecer un cadáver antes los presentes que asistirán a la celebración.

Mientras me mantenía encerrada pensaba en muchas cosas, en que ya no puedo seguir llevando la vida que llevo al lado de ese sujeto sin corazón, solo alguien vacío podría hacer tal maldad como la que me hizo a mí, cada vez que me encierra sufro mucho, no me da agua, comida, me deja dormir en un suelo tan frio como la nieve y sin nada de luz.

Entro en mi habitación, lo primero que hago es mirarme en un espejo, mis lágrimas brotan al ver mi condición, mi piel está sucia, mis labios resecos por la poca agua que recibía, mi cuerpo está más delgado de lo que es, estoy en un estado deplorable.

Si continuo permitiendo que haga de mi lo que desee terminara mal, muy mal. Debo dejarlo, salir de esta casa y marcharme lejos de él.

—Ve a darte un baño, en cuanto termines hablaremos — escuchar su voz me llena de ira.

Voy al baño y me despojo de toda mi ropa, abro la llave de la regadera y me limpio el cuerpo con delicadeza. Dormir tanto en el suelo me lastimó, en algunas oportunidades por no poder ver me golpeaba con la pared.

El agua que corre de mi cuerpo es marrón debido al sucio que se me pego del suelo, miro mis moretones en las rodillas por los tropiezos y algunos que me ocasionaba él cuando me golpeaba por mis malas contestas.

Después de una hora más o menos de baño salgo, él aun continua acostado mirando la tele, voy hasta el vestidor por una ropa más cómoda, una que sea desahogada y que no me roce tanto la piel. Peino mi cabello y agrego algo de mi maquillaje a mi rostro para cubrir mis ojeras.

—No tengo toda la vida para esperar a conversar contigo Amaral, deja ya de arreglarte tanto, igual no hará la diferencia — habla en tono burlón.

—¿Qué deseas hablar conmigo? — me pide que tome asiento a su lado en la cama.

—Amaral, mi hermosa y bella Amaral, no me gusta castigarte ni tener que lastimarte mi amor, te amo tanto que cada vez que te trato mal me hace sentir peor a mí — elevo mi ceja y por ese simple hecho da un fuerte apretón en mi pierna.

—¡Ah! basta — me quejo del dolor.

—No vuelva a hacer eso ¿Ok? — asiento. Si quiero permanecer con vida y fuera de esa horrible habitación tengo que dejar de provocarlo por un instante — No me gusta que me desafíes, cuando lo haces te lastimo y después me causa sentimientos, eres mi esposa, debes hacer lo que yo diga mi amor, se buena, pacifica, sonreír siempre, atenderme, ser perfecta para mí. Detesto que me desobedezcas, lo odio Amaral, por eso suelo perder el control y reprenderte — ¿Tengo que escuchar esta porquería? — Es tu culpa mi amor, todo es culpa tuya por no quedarte callada, debes dejar de responderme, obedéceme — quisiera mirar mi rostro en este momento, creo que no tengo ninguna expresión, y si tengo una podría ser de sorpresa por su descaro — Ahora, dime que serás buena esposa — me cuesta decir esa idiotez — Amaral — pronuncia mi nombre de manera amenazante.

—Seré buena esposa — susurro.

—No escuche, ¿Dijiste algo? — lo detesto, lo odio con todo mi ser.

—Seré buena esposa — pronuncio en voz más alta.

—No te siento convencida de que lo serás, dímelo con amor, con cariño — maldito, lo hace para provocarme. Cierro mis ojos y tomo aire, respiro profundo y luego lo veo directo a los ojos y sonrío.

—Seré muy buena esposa, mi amor — su sonrisa se amplia y aplaude victorioso.

—Así es que me gusta mi amor, que seas obediente, ahora vamos a mi despacho, tengo mucho trabajo y sabes que me gusta que estés presente, eso me ayuda a concentrarme — lo único que yo deseo en este momento es acostarme a dormir y ese imbécil pretende que vaya y le haga compañía en su despacho. Estoy muy agotada, mis ojos se cierran por sí mismos, puedo hasta sin ser consiente quedarme dormida frente a él, si lo hago se enojara.

En cuanto tenga la más mínima oportunidad me voy de la casa, deberé ser cautelosa cuando lo haga, antes pretendo husmear en su despacho para ver si logro sacar alguna información que me pueda ayudar, Federico tiene una caja fuerte donde siempre mete documentos, desde que lo he visto hacer eso he pensado que son documentos de sus casos ilegales, si estoy en lo cierto con esa información lo puedo hundir. Tengo que pensar como una abogada, no como una tonta débil.

—Vamos — salimos de la habitación para dirigirnos a su preciado despacho, tomo asiento en el mismo sofá y él lo hace frente a mí, antes de comenzar a trabajar lanza un beso y me sonríe, es increíble cómo puede actuar tan normal, como si nunca me hubiera lastimado. Paso a creer que Federico está presentando grandes problemas, lo que hace no es nadie normal, luce como un enfermo psicópata, temo por eso.

—¿Cómo te va con tu nuevo cargo? — mi pregunta le pareció fascinante.

—¡Wow! Mi amor, gracias por preguntar cómo me va — se acerca a mi lado y posa un beso en mis labios, eso me causa nauseas — Me va excelente, me gusta mucho mi cargo, ayer sentencie a mi primera víctima, se sintió maravilloso condenarlo por su crimen, hare de este estado uno mejor — me estremezco, sentí escalofríos.

—Felicidades, por supuesto que lo harás — espero disfrute de su cargo, porque no será por mucho tiempo, voy a volver a la firma, y lo hare para ser yo quien se encargue de hundirlo, Federico será el caso más importante para mí, en cuanto tenga pruebas suficientes levantare una demanda en su contra, luego lo llevare al juzgado para presentar más pruebas y hundirlo, destruiré su carrera.

—Lo sé, ahora debo trabajar, no hables mi vida, no por el momento, por favor ve y tráeme café y algunas galleticas, de vainillas, no quiero de chocolates esta vez — me levanto y salgo, voy a la cocina donde están las del personal domésticos, ambas murmuran, ellas también son unas perras que se callan lo que Federico me hace, debía de arrastrarlas con él por ser cómplices, una vez que te callas un delito, homicidio o falta te vuelves su cómplice.

—¿Hay galletas de vainilla? — pregunto.

—No, las que preparamos son de chocolates — me cruzo de brazos.

—Preparen de vainillas para mi esposo, ahora — las detesto a las dos, pero más detesto saber que no me obedecen.

—Iré a preguntarle al señor si desea galletas de vainilla — me cruzo en el medio.

—No iras a ningún lado, lo único que harás es tu trabajo, el de empleada, preparas galletas de vainillas y listo — Eleva su ceja de forma retadora.

—No puedo señora, debo asegurarme que así el señor lo quiere — pasa por mi lado y la otra se burla en silencio, todo es gracia a Federico que me quitó autoridad con ellas.

Voy a su despacho y miro con desdén a la mujer, estoy cansada de no solo recibir humillaciones por parte de Federico, si no también las de ellas, las de esas perras.

—Déjame a solas con mi esposo — ella espera es repuesta de Federico.

—¿Puedo hacerlo señor? — capta mi molestia y le pide que salga.

—¿Ocurre algo Amaral? — pregunta con fastidio.

—Sí, esas mujeres no me obedecen, me humillan, no tengo porque permitir que así sea — abre sus brazos.

—La única persona a la que ellas deben obedecer es a mí, querida esposa, tu perdiste mando en la casa el día que metiste tus narices donde no debías, y hasta el momento no has hecho nada para volver a ganarte mi confianza, si no te gusta que las cosas sean de este modo dímelo, ya veré que hacer contigo para hacerte cambiar de opinión, las reglas de esta casa son como yo diga, todo lo que aquí se haga debe ser aprobado y confirmado antes por mí — ¿Cómo podre irme de esta casa sin que ellas lo noten? En cuanto me vean salir con una maleta impedirán mi ida — No intentes nada estúpido mi amor, aquí todos deben informarme de ti y lo que pase en esta casa — me señala el sofá — Vuelve a tomar asiento, me gustas más cuando no hablas ni te quejas — lo hago sin rechinar, no me queda de otra que sentarme. Cada vez se me complica huir de esta casa.

No sé cómo hare para ir a verme con el detective que contrate, creo que por el momento no será bueno ir hasta allá, hablare con Amanda para que sea ella quien se contacte con él y esté atenta a lo que hayan investigado. Sé que esto tomara un gran tiempo, estoy dispuesta a esperar lo que sea necesario para librarme y librar a muchos de este infeliz.

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