Su tristeza y desesperación es contagiosa y de pronto me entran unas ganas terribles de alejarme lo más posible para hundiré en un mar de nada y poder relajarme. Aún así, resisto porque eso hacen las amigas y Giuli se ha convertido en una. Era amiga de Joan, el asesino. Era y bien pudo no saber que lo era.
Más tarde se queda dormida, tanto llorar la cansó. Le quito los zapatos y la cubro con las mantas, su rostro está enrojecido por las lágrimas. Quisiera quitarle tanta tristeza, tanto dolor, tanta incertidumbre. Es tan vulnerable y sensible. De pronto sé que debo protegerla, evitarle tanta pena y buscar una solución.
Mando un mensaje a Uriel.
Kendra: Lo siento por lo de Jaco.
Uriel: No tienes por qué, pero gracias.
Kendra: ¿Es un error?
Uriel: No sabemos, Ventura y un tío político andan en eso. Dicen que tienen evidencia.
Kendra: ¿Heber Díaz?
Uriel: Podría ser. Pediré la carpeta lo más pronto posible.
Me pregunto dónde estará Joan. Si él dio el testimonio, debió haber sido algo muy b