Fabiola

Lo veo pasar en silencio a mi lado, miles de imágenes de mi antigua vida pasan frente a mis ojos en milésimas de segundo, estoy paralizada y por más que quiero hacer para detenerlo, no puedo.

Intento gritar, pero mi garganta está cerrada y las lágrimas siguen corriendo libres por mi rostro. Verlo abrir la puerta y salir sin mirar atrás me duele, duele mucho más de lo que me gustaría admitir.

El clic de la puerta cerrarse es como una bofetada qué me hace despertar, me toma dos respiraciones terminar de reaccionar. Salgo disparada a la puerta.

—¡NO¡ —grito justo antes de que aborde el auto.

—¿Qué? —se gira desconcertado.

—No te vayas, espera un momento —frunce el ceño —dijiste un café, y aun no lo tomamos —sonrío nerviosa.

—Creo que no tiene caso ya, sé cumplir mis promesas Fabi, perdón, Fabiola.

Intenta abrir una vez la puerta y corro a detenerlo, cierro la puerta de golpe por como llego; nos quedamos viendo fijamente a los ojos. El tiempo se detiene como si no e