Noa vive en la ruidosa ciudad de Londres. Toda su vida ha trabajado y estudiado humildemente, mientras que su amiga y compañeros de trabajo se han criado entre lujos y más lujos. Noa está satisfecha con la vida que tiene, aprecia la tranquilidad y pasión que le ofrece su trabajo. Se ha amoldado a este ritmo de vida. Hasta que lo conoce a él. La curiosidad por saber quien es ese misterioso chico la llevará al borde de la locura, sin saber si vale la pena o no. Lo único que sabe, es que a medida que lo va conociendo, se da cuenta que no es lo que ella quería o se esperaba. Pero es perfectamente imperfecto.
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Un conjunto de luces blancas ilumina el estadio entero, entrecierro los ojos ante ese inesperado cambio de luz, que hasta hace unos momentos se encontraba casi en la penumbra. Varios jinetes pasan desfilando a pie junto a sus caballos, y se paran ante el juzgado.
- ¿Ves a Becca? – dice mi acompañante en voz baja, todo el mundo se ha callado para no poner nerviosos a los caballos.
- Es la segunda, empezando por la izquierda. – apego mi cuerpo al de Adrien y le señalo - Va a montar a Brabante, uno de los caballos que tengo en el centro.
Me encuentro en el Real Club Pineda de Londres, donde mi mejor amiga va a competir. A mi lado tengo a Adrien, mi superior en la hípica donde trabajo, un chico rubio, alto y pijo de narices. Pero me ha ayudado en más de una ocasión, así que no me queda otra que soportarle.
Las miradas que recibo por parte de otros espectadores son notorias, miro sus vestimentas y la de Adrien y alterno la vista en la mía. La mayoría de los hombres van con esmóquines y las damas con faldas de tubo, sombreros enormes o vestidos casi de gala. Veo ropa costosa a doquier y no me hace falta saber qué marca es para comprobarlo. Yo, en cambio, he tenido que esforzarme en ponerme lo más adecuado para el momento.
Adrien se gira hacia mí y nota la mueca de incomodidad en mi cara.
- No te preocupes – sus ojos azules se clavan en mí gentilmente dedicándome una sonrisa -, lo que importa es que estás aquí por Becca. No tienes por qué preocuparte de lo que piensen los demás.
Le devuelvo la sonrisa, agradeciendo sus ánimos. Solo espero no estropear el vestido azul que Becca me ha dejado, uso una talla más que ella y no quiero ensancharlo. Pido en susurros no tener tan mala suerte de romperlo o ensuciarlo.
- Además…- chasquea los labios y suspira mientras da un vistazo rápido a mi vestido y veo lo que apenas parece ser una mueca-, no se nota mucho que es ropa barata, tu cara bonita lo compensa. Si supiera que la gente hablaría a mis espaldas no hubiera accedido a venir.
Y aquí íbamos de nuevo. Su tono de voz indicaba pena, muchas veces se lo había demostrado. A veces por eso me ayudaba, y no solo porque se sienta atraído a mí. Odio cuando hace comentarios fuera de lugar y solo piensa en sí mismo.
- Eh…- le miro, incómoda, y una grave voz interrumpe mis pensamientos.
- ¡Damas y caballeros! – un hombre habla a través del micrófono, reproduciéndose por todo el estadio -, nos encontramos, de nuevo, ¡en el Real Club Pineda! Es un honor presentar una vez más este certamen, en el que si nada va mal… ¡Este será el vigésimo certamen!
Los aplausos suenan con fuerza y yo miro a Rebecca, que da la sensación de que tiene todo bajo control y yo sé que por dentro está hecho un manojo de nervios, al igual que los demás concursantes. Le sonrío y le doy ánimos a pesar de que no puede verme ni oírme.
El concurso comienza, los concursantes van saliendo, con un tiempo límite de quince minutos cada uno. Becca está tan nerviosa que ha indicado mal a su caballo y ha fallado en un salto. El resto de circuitos los hace casi perfectos.
- Tengo la sensación de que Charles va a ganar el primer puesto. Ese mocoso es un niño mimado, pero tengo que reconocer que su técnica es muy limpia. - comenta Adrien.
- Rebecca le tiene mucho odio. – sonrío al recordar la de veces que ha hablado de él, chillando.
- Tu amiga odia a todo el mundo. – dice mirándome con los brazos en jarras. - ¿Qué persona le cae bien aparte de tú?
Me río sutilmente, tiene razón. Pero porque Becca selecciona bien sus amistades y no deja pasar a cualquiera a su vida. El sonido de un concursante cayéndose del caballo me hace sentirlo por él, pues por esto lo pueden desclasificar de la competición.
Una hora y media más tarde, dan los resultados, y tal como predijo Adrien, Charles quedó primero. Becca, quedó en cuarto puesto.
Me reúno con mi amiga y le doy un abrazo enorme. La alegría que desprende es notoria.
- No me lo puedo creer, que de veinte participantes haya quedado en el top cinco. – me coge de las mejillas y me empieza a dar besos. – Todo es gracias a ti y a tus clases extras.
- ¿Ahora agradeces que fuera tan pesada contigo? – enarco una ceja, sonriendo con malicia.
- ¡Síii!
Adrien aparece ante nosotras sujetando a Brabante, el purasangre alazán. Saco una manzana del bolso y se la tiendo mientras acaricio su cuello.
- Te lo has ganado, campeón, lo has hecho fenomenal. – y en cuatro bocados se zampa su golosina favorita.
Adrien nos coge a ambas de los hombros e intercala sus miradas entre nosotras, aun con su pelo perfectamente engominado. Sonríe ampliamente y nos dice:
- Chicas, esto hay que celebrarlo. Esta noche vamos al Black Life.
Nos miramos ella y yo, con los ojos muy abiertos.
- ¿Hablas de una de las mejores discotecas de Londres? – dice Becca más como afirmación.
- Así es. Invito yo. – suelta nuestros hombros y acomoda su polo metiéndoselo en los pantalones. – Además, tengo asuntos pendientes por allí.
Nos despedimos del equipo y me dedico unos minutos a hacerle mimos a Brabante, para luego irme a casa de Becca.
NOA Los rayos de sol traspasan por la ventana de mi habitación, irrumpiendo mi sueño. En el momento en el que entreabro mis ojos, suelto un quejido de dolor, tapando mi cara con la almohada. Necesito unos largos minutos para procesar la situación hasta que me destapo rápidamente y echo un pequeño vistazo a la cama – completamente desordenada – el vestido y la ropa interior esparcida por el suelo. Espera. Me fijo en mí y veo que voy completamente desnuda, con tan solo las sábanas cubriéndome. Doy un grito ahogado. ¿Qué diablos pasó anoche? Mi mente empieza a divagar. La cena con Becca y los
NOA Nunca imaginé que el rechazo de alguien pudiera doler tanto. Y nunca imaginé que sería Alex quien me provocara todo eso. Cuando era adolescente salí con dos chicos y tuve la ocasión de tener algo con ellos, pero me importó bien poco cuando nos dejamos de ver. En cierto modo, éramos unos "críos" jugando a perder la virginidad o en un intento de encontrar el amor, pero nada de eso se asemejaba con la realidad. Y en cierto, modo, mi situación con Alex tampoco se le parecía. Fue una noche cualquiera en la que lo vi recostado sobre un sofá de terciopelo, cuando sus ojos claros y su sonrisa torcida me atraparon y no hubo retorno. Caí como una tonta, como seguramente muchas otras chicas hicieron. Pero no les culpo, yo misma me di cuenta de lo que se sentía estar con él. Era como una montaña rusa, podías estar en la cima
NOAAlex me mantiene pegada a su cuerpo y aunque me resulte irresistible estar cerca suyo, me alejo bruscamente, sin perder mi seriedad.- ¿Qué haces en frente del baño de chicas? Sabes que te van a tomar por acosador, ¿no?- Bueno, puedo ser tu acosador personal si así lo deseas. – se apoya en el marco de la puerta y me da una sonrisa burlona.Pongo mis brazos en jarra.- No tengo ese interés, pero gracias.Ríe por lo bajo y me da una sonrisa socarrona, mientras se va acercando a mi oído.- No es lo que
NOAEstresante. Así se podía definir mis últimas semanas en clase. El curso por fin daba a su fin y si nada iba a mal, en dos semanas me graduaría.Un momento... ¡En dos semanas me gradúo! Pensar en ello me provocaba congoja y alegría a la misma vez. El hecho de tener que despedirme de todos mis compañeros, con los que he recorrido muchos viajes y experiencia, con los que he me reído innumerables veces en clase, con los que me he enriquecido mutuamente de cono cimiento... Pero a pesar de eso, de no haber entrado al grado superior, no sería la persona que soy ahora; satisfecha con lo que hace y con lo que puedo llegar a lograr.Tomo una respiración profunda antes de guardar la cámara en s
NOA Una vez más, Alex me había dejado tirada y yo se lo había permitido. Nunca he sido la clase de chica que se arrastraba entre m****a si el chico que le gustaba se lo pedía, solo para conseguir llamar su atención. Nunca le he reclamado a alguien si este no quería estar conmigo, nunca me he frustrado si mostraban desinterés. Cada vez que un chico quería jugar con mis sentimientos, no reclamaba, no me enfadaba ni se lo echaba en cara... Simplemente, me alejaba. Y lo alejaba a él. Nunca me han gustado las personas que no hacían más que restar, huía de ellas como la peste. Pero ahora, no tengo claro qué papel jugaba el pelinegro. Estar con él se sentía tan libre pero tan desconocido a la vez. Y ahora caigo en cuenta que no le conozco ni una pizca de lo que a mí misma
NOA Me quedo inmóvil sin saber cómo reaccionar, creo que el efecto del alcohol se me acaba de pasar en segundos. Ahí está, distante, como la primera vez que lo conocí. - Fuera del puto aseo - acota fríamente. - Ahora. Suspiro, a veces se comporta como un auténtico gilipollas. Miro a Bruce que también se ha puesto tenso y me coge de la mano para salir del cuarto de baño. Pero cuando estamos saliendo, Alex coge del brazo con el que me sujeta a mí y nos detenemos instantáneamente. - No - espeta cortante y me mira. - Ella se queda. - Oye, tío, ¿de qué coño vas? - Bruce se queda a escasos centímetros de Alex para e
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