Capítulo 2

Organizar el funeral de su padre fue bastante simple, al no tener mas familia Hela tuvo que arreglársela sola. El entierro de su padre fue solitario, si no fuera por ella solo sería un cajón en medio de una capilla en el cementerio que su padre había elegido hace tiempo, para ser enterrado.

—Lamento tu perdida, niña —el cuarto miembro de la organización de la que su padre era miembro, se hizo presente.

—Los rumores de la muerte de tu padre no se hicieron esperar —otro de los miembros hablo —Pensamos que serías tu quien ocuparía su lugar, pero nos llevamos la sorpresa que ya hay una hombre reclamando su puesto.

—Tienes que vengar la muerte de tu padre, Hela—Madam Walker conocida como el pulpo azul volvió a intervenir —El siempre deseo que fueras tu quien heredara su puesto en el grupo, debes honrar su memoria sacándole el corazón a aquel sujeto que asesino a tu padre, y luego reclamar tu lugar en el grupo.

—Su padre acaba de morir —el quinto miembro conocido como la rana dorada reprendió a la mujer—Deja que guarde luto por lo menos unos días.

—Muy bien —la mujer molesta llevo su mirada a la joven —Que se tome su tiempo, pero déjame decirle que no pienso brindarle mi apoyo, tendrá que hacerlo por sus propios medios —paso a un lado de Hela para dirigirse hasta a el ataúd —Todos los miembros llegamos a donde estamos por nuestro propios méritos, tú tendrás que hacer lo mismo, niña.

Los dos miembros permanecieron unos minutos en el lugar para brindarle sus respetos al padre de Hela.

—Es hora de irnos —la mujer camino a la salida donde se encontraba Hela, no se despidió de ella solo giro un poco para verla negando con un gesto desaprobatorio.

—Lo siento, cariño —el quinto miembro se acerco para dejar su mano en su hombro —Si buscas venganza, no podre ayudarte, tendrás que hacerlo por tu cuenta —ella solo pudo asentir —Ya fue enviada una carta de reunión, para todos los miembros —saco una carta de su bolsillo dejándolo en la mano de la joven —Se que no debería decirte esto…. —llevo su mirada hacia el camino donde la mujer lo estaba esperando —Busca a Vicenzo D´angelo, el podrá ayudarte, es el primer miembro, quizás podrás convencerlo para que intervenga por ti, escuche que se llevaban muy bien con tu padre.

(...)

Encontrar la ubicación de italiano no fue nada fácil para Hela, pero gracias a un contacto sabia donde estaría al caer la noche. No estaba muy segura en lo que diría o si ese hombre estuviera dispuesto ayudarla, pero ella solo quería el puesto que le pertenecía por derecho, aquello por lo que habia sufrido toda su vida.

Detuvo su motocicleta delante de aquel lugar de mala muerte, habían algunas personas bebiendo fuera y otras que gritaban en el interior del lugar, alentando la pelea que se estaba llevando a cabo en el sótano.

—Oye, muñeca —se quitó el casco para llevar su mirada a unos hombres que estaban a unos metros de ella —¡Oye, muñeca! Que te parece compartir una cerveza conmigo en los asientos traseros de mi camioneta.

Ella solo camino hasta el sujeto mientras arreglaba su cabello.

—¿Sabes donde puedo encontrar a un tal Vicenzo? —dejo su casco sobre el capo de la camioneta —Necesito hablar con el.

—Claro, bonita —sonrió para llevar su mano hasta la mejilla de Hela —Puedo decírtelo, pero mi ayuda tiene un precio, preciosa, y dejame decirte que no es dinero —los tres hombres que acompañaban a ese sujeto comenzaron a reír —Ustedes saben a lo que me refiero ¡No es asi muchachos!

—Claro —ella sonrió abriendo su chaqueta de cuero, dejando ver el comienzo de sus pechos—Pero antes….Dime donde puedo encontrarlo.

—Ahora mismo se encuentra en medio de una pelea, en el sótano del bar —el hombre comenzó a lamberse los labios —Bueno ahora tienes que pagarme, porque no doy información gratis.

—Por supuesto —a Hela no le extraño que ese hombre bajara el cierre de su pantalón para dejar su miembro al descubierto —Estoy segura que disfrutaras esto tanto como yo.

—Claro que si, nena —ella cayo de rodillas delante de el, mientras que los demás hombres sacaban sus teléfonos para grabar todo —Vamos chúpalo, cariño.

Hela sujeto su miembro, presionándolo con mucha fuerza, sonrió al ver como el hombre cerraba los ojos, rápidamente tomo uno de sus cuchillos para cortar, en un corte limpio, lo que tenia en su mano. A medida que ella se incorporaba, el hombre caía de rodillas al suelo sujetando la herida, observo con una mueca de asco como la sangre de ese hombre habia ensuciado sus botas.

—Ahora te la podrás chupar tu, cariño —arrojo el miembro del hombre en su rostro —Ustedes tres no se queden ahi parados, sino lo llevan a un hospital, morirá desangrado.

Volvió a tomar su casco para dirigirse a aquel lugar, limpio el cuchillo para guardarlo en su arnés. Al entrar las personas que se encontraba en el interior del bar, se quedaron viéndola, un poco incómoda camino hasta la barra, para hablar con el hombre que se encontraba sirviendo unos tragos.

—Hola..

—Este no es sitio para mujeres —un hombre de una avanzada edad la observo de arriba a bajo —Largate.

—Estoy buscando a Vicenzo, me dije…

—Los problemas de camas, no se resuelven en este lugar —ella se sentía molesta por ser interrumpida de esa forma —Largate, niña.

—Si vuelva a interrumpirme, voy a rebanarle el cuello, anciano —remarco cada palabra —¿Donde esta el sótano?

—Este lugar no es sitio para mujeres —volvió a insistir el anciano.

—Eso ya lo decidiré yo —Hela, llevo su mano a su bolsillo dejando unos cuantos billetes sobre la barra —Quedate con el cambio.

Tuvo que caminar por un pasillo mal iluminado, era guiada por los gritos de los hombres, que alentaban a los hombres que estaban a punto de terminar una pelea. Al bajar las escaleras el olor que llego a sus fosas nasales fue asqueroso, el olor a alcohol, sudor, cigarrillos y sangre era lo que mas resaltaba de ese lugar.

—¡El ganador de esta noche es Vicenzo! —los hombres soltaron un grito, Hela observo desde las escaleras como un hombre con la espalda tatuada con una serpiente entro a una habitacion.

Rápidamente comenzó a abrirse paso entre la multitud para llegar a ese lugar, al entrar encontró al italiano sentado observándola como si desde un principio estuviera esperándola.

—¿Que es lo que quieres? —ella se quedo observando el cuerpo de ese hombre hipnotiza por su figura y por esa tatuaje en su torso que daba la ilusión de tener una serpiente enrollada en su cuerpo —¿Eres la hija de Katz, no es asi?

—Si —susurro al sentirse intimidada ante la presencia de ese hombre.

—¿Que es lo que quieres? —Vicenzo tomo una toalla húmeda para comenzar a quitar de su cuerpo las gotas de sangre.

—Necesito tu ayuda —se acerco un poco —Mi padre…

—Lo se —respondió con desinterés —Tu padre fue asesinado —volvió a tomar asiento —Escucha niña, no puedo hacer hacer nada por ti.

—No te pido mucho, solo necesito tu apoyo —ella trato de insistir —Se que tu y mi padre eran amigos.

—Ese bastardo nunca fue mi amigo —se levanto para tomar una maleta donde se encontraba su cambio de ropa —Lo que haces es una perdida de tiempo, niña —Hela camino a un lado del italiano —Dejame darte consejo —volteo para verla —Este mundo no es para débiles, por lo que tú padre me hablo sobre ti….Tú no eres una asesina, utiliza la fortuna de tu padre para vivir una vida normal, una donde la muerte este muy alejada de ti.

—No lo entiendes —los ojos de la joven comenzaban a llenarse de lagrimas —Desde que era una niña fue entrenada para convertirme en un miembro, mientras que a otras pequeñas sus padres les contaban historias de princesas para irse a dormir, mi padre me hablaba sobre grandes matanzas —Vicenzo se quedo viendo en silencio a la joven —Todo mi sufrimiento no quedara en la nada, yo no puedo llevar una vida normal —una lagrima se deslizó por la mejilla de Hela —Porque yo no soy normal.

—Eso no bastara, niña —Vicenzo tomo su maleta dispuesto a irse —Finge que todo fue un mal sueño, comienza desde cero.

Toda súplica fue en vano, Hela tuvo que regresar a esa casa con las manos vaciás. Observo la fecha que estaba escrita en la carta, no le quedaría otra opción que presentarse en la reunión para reclamar el lugar de su padre aunque le costara la vida.

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