Las puertas del ascensor se abrieron y al entrar al apartamento quedé pasmada.
Es… gigante…
Magnífico…
Fastuoso…
— ¡Wow, es… increíble, hermoso e inmenso! – me gire a mirarlo y se encontraba de pie con las manos en los bolsillos balanceándose de las puntas de los pies a los talones con una expresión idiota en la cara.
Cien veces más grande que mi ático…
Cien veces más hermoso y más costoso.
— Me alegra que te guste ¡bienvenida! – sus ojos brillan y yo pongo los míos en blanco.
— ¡Es… pomposo como tú! – estoy demasiado impresionada y él exageradamente satisfecho a juzgar por su sonrisa de presunción.