Yo me senté en el medio y Nicolás y Otto se sentaron a cada lado.
- ¿Cómo llegaste a mí? Yo pregunté.
- Eduardo. - dijo Nicolás.
Miré a Eduardo a los ojos por el espejo retrovisor y le dije:
- Confié en ti, Edu.
- Y puedes seguir confiando, Julieta. Por eso les dije. Sabía que estabas tramando algo.
- ¿Por qué fuiste a buscarlo, hija mía? preguntó Oto.
- Curiosidad... Eso es todo. Pero cuando escuché las cosas horribles que dijo, me arrepentí.
- ¿Qué es lo que quiere de todos modos? - preguntó Nicolás.
Negué con la cabeza, tratando de entender:
- Tal vez tú y Joana juntos... Tal vez el balneario... Tal vez me vaya... Y lo principal: dijo que mi nacimiento fue un error.
Y no lloré... Porque Simon Dawson no merecía derramar lágrimas.
- Nunca fuiste un error. – dijo Oto. – Fuiste lo mejor que le pasó en la vida a tu madre… ya la mía. Fuiste la hija que elegí...
Apoyé la cabeza en su hombro y sentí la mano de Nicolás estrechando la mía:
- Gracias por estar aquí...
- Siempre estaremos cont