Todo en la vida de Jane Stanley es normal y tranquilo, a pesar del pasado oscuro y lleno de errores que logro dejar atrás, pero las cosas cambian cuando el pasado regresa para alterarla. Jane tiene claro que no va a permitirlo. Se vengará de él, cueste lo que cueste. Le regresará un poco del daño que le causo, pues cuando todo está en tu contra y no puedes defender a las personas que amas ¿Hasta dónde llegarías para ser, por primera vez, la princesa del cuento, y no la esclava?
Leer másEstoy en una habitación. Una chica esta a mi derecha hablando con mi hermana Judith. Ambas me miran y murmuran entre ellas, no las escucho, mis oídos parecen estar tapados. Intento acercarme a ellas, pero una mano me detiene. Es Giselle, pero su cara es diferente, más joven que la de la última vez.
—Jane… Jane —Susurra tocando mi rostro. Se lo permito, su contacto me agrada, es cálido—, fue ella, ella lo hizo.
—¿Quién? —le Pregunto confusa.
—…
(Actualidad)
Un agudo ruido me hace dar un salto en la cama. Fue una pesadilla, sólo eso. Grito de impotencia. Hace cinco años el mismo sueño se repite una y otra vez. He soñado tanto con Giselle, la chica por la cuál me acusaron de asesinato que recuerdo su rostro, todas sus impresiones.
Me levantó y me dirijo al cuarto de baño. Antes, miro la fecha y quedo petrificada. Hoy es mi primer día de trabajo en una cafetería y solo faltan 20 minutos para que empiece mi turno. Me meto a la ducha, me doy una baño rápido y me visto con un simple vestido.
—¡Mamá!
Reviso la cocina para despedirme de ella, pero al ver que no está, me dirijo a la puerta, al pasar por el salón veo una foto de mi hermana Judith. Sonrió con nostalgia, sigo extrañadola como el primer día, pero sé que está conmigo, en cualquier lugar.
Cuando llegó a la cafetería. Me recibe el dueño de esta.
—Llega 2 minutos tarde, señorita Stanley. Tendrá que trabajar dos horas más para reponerlos.
Lo miro incrédula.
—Pero, ¿qué me dices? Solamente he llegado 2 minutos tarde.
—Son las reglas señorita. Limítese a trabajar y a cumplir sus horarios.—Dice cortante. Quiero estamparle la libreta que tiene en la mano en la cabeza, pero si lo hago me quedo sin trabajo.
—Serás borde —Según digo eso sé que me he pasado. Su mirada incrédula me lo hace saber. Empecé mal, muy mal—. Está bien, disculpa.
Empiezo mi turno, adaptándome a las máquinas viejas de todo el lugar. Pero a las pocas horas de acabar mi turno, una de las máquinas dónde estoy preparando un chocolate caliente hace un estruendoso ruido y vota humo por atrás. Asustada llamo a Will, un compañero que atiende la barra.
—Se quemó. —Anuncia revisándola—. La cápsula esta mal puesta, se mojaron los cables de atrás.
Me muerdo las uñas, asustada. En eso veo al señor Suárez venir hacía nosotros, me enderezó.
—¿Qué pasó? —Le pregunta directamente a Will.
—Jane a quemado una de las máquinas por accidente.
El señor Suárez me mira. Luego, trás llamar a un técnico por teléfono me dice que lo acompañé a su despacho.
Lo sigo y una vez en el lugar, tomamos asiento.
—En tu primer día haz llegado tarde y haz quemado una de las máquinas. —Razona mirándome con el gesto serio.
Cruza las manos sobre el escritorio.
—Lo siento. —Susurro apenada.
—No puedo tenerte aquí, estás despedida y no pienso pagarte el día. Adiós, señorita Stanley.
No esperaba que lo hiciera, de hecho me extraña que no me pidiera pagarle la máquina.
Me despido de los chicos apenada y cuándo me dispongo buscar un taxi para regresar a casa mi iPhone suena, un mensaje de Félix:
Mensaje de Félix a Jane. 4.55 pm
Oye Catwoman, necesito hablar con alguien o me volveré loco
¿Cenas conmigo? Yo invito.
Sonrió. Félix y sus problemas de adulto. En los últimos años él ha ocupado el lugar de mis hermanos. Puedo hablar con él durante horas y siempre me da su punto de vista. No me juzga, no se mete en mis asuntos. Me aconseja, y en algunos casos me regaña. Dice que aunque ya soy adulta siempre seré como la niña sin dientes que conoció en la escuela.
Mensaje de Jane a Félix. 5.00 pm
A las 9:30 en Grama Lounge.
Mensaje de Félix a Jane. 5.00 pm
A las 8:00. Tengo una sorpresa para ti.
Ignoro su último avisó, no me gustan la sorpresa, por lo tanto no me emociono ni me intrigo. Lo que si me saca de mis casillas es su extraño horario guiri ¿No puede cenar a las 9:30?
A las nueve menos treinta, llego a Grama Lounge, el restaurante donde he quedado con Félix. Entro en el lujoso restaurante y busco a Félix, con lo puntual que es el seguro ya está aquí. Lo veo en una mesa retirará de la gente, eso me gusta, lo que me quiere decir es privado.
—Estaba a punto de marcharme, veo que hay cosas que no cambias. —Me espeta furioso una vez llegó.
—Ya me tienes aquí. Dime que sorpresa me tienes.
—Hay una empresa de licores Alemanes, necesitan una secretaria y pensé en ti. —Asiento dándole paso para qué continué.
No tengo trabajo y quedarme en casa no es una opción, no porque me falte el dinero, mi madre y yo vivimos cómodamente, pero con 24 años no quiero ser mantenida por mamá.
—La entrevista es mañana, pero tendrías que enviar tu información personal como: Nombre, ciudad de origen y edad. Tu currículum.
—Lo enviaré, pero sabes que es difícil conseguir un trabajo tan grande siendo extranjera.
—Tienes todos los papeles al día, la residencia y el permiso, estas aquí desde los doce años, no creo que eso suponga un problema.
Llega el camarero, ambos pedimos Atún en emulsión de vino tinto.
—¿Cómo te fue en la cafetería? —Pregunta.
Observo el vado de agua que descansa sobre su lado de la mesa.
—Mal, llegue tarde y quemé una de las máquinas. Me despidieron incluso horas antes de terminar el turno. Soy un desastre.
Suelta una carcajada. Me encojo avergonzada en el asiento. Él a diferencia de mi, es un gran diseñador publicitario.
—¿Como vas con el diseño del nuevo café?
—Los directivos quieren hacer un café con cereza, ¿puedes creerlo?
Arrugo el gesto.
—Ugh.
—Lo mismo hemos dicho en el departamento de diseños, pero ellos deciden.
El mesero pone nuestro pedido delante de cada uno. Agradecemos.
—Mañana hay una carreta de Enduro, de hombres y mujeres.
—Sabes que no me gusta competir en ese deporte.
Me llevo un bocado del Atún a la boca. Lo paladeo con gusto, rindiendome a la exquisita explosión de sabores. Félix se estira por encima de la mesa, y con uno de sus dedos retira un poco de salsa de la comisura de mis labios. Sonreímos. Se acomoda en su lugar y expresa:
—Lo sé, pero creí que el dinero te vendría bien. Son principiantes puedes ganarles como pan comido.
—Lo pensaré.
—No se sí podré acompañarte, mañana estaré ocupado y tengo que recoger a Jessica en el aeropuerto.
Había olvidado por completo ese detalle. Mañana viene Jessica, una gran amiga de la infancia y amor platónico de Félix.
—Tranquilo, me irá bien de igual forma.
—Presumida —Sonrie—. Intentaré que me den el día libre, pero no prometo nada.
—Vale, entare bien.
Terminamos la velada recordando cosas del pasado y haciendo planes para el fin de semana.
Simón me saca por la puerta trasera donde un auto polarizado nos espera. Me sube en la parte trasera junto a él. Sin importarle quien nos vea, empieza a quitarme la ropa y besarme. Intento quitarlo, pero me sujeta los brazos por encima de la cabeza.—Tus amigos siguen en el bar —Me recuerda. En pocas palabras quiere decir que puede matarlos.Me desabrocha el sostén y mis turgentes pechos quedan libres ante él. Con avidez, se los lleva a la boca. Primero uno y después otro. Me endurece los pezones con su lengua y sus dedos. Me da un azote. Pica. Toma mis pechos. Los mordisquea y los succiona mientras yo solo me dejo. Recuerdo la sonrisa de Jessica. Esa chica que una vez conocí en la calle cerrada y que se convirtió en una hermana.Siento sus dedos hurgar por debajo de mis bragas, buscando calentarme.—Levántate —me ordena.Le hago caso y veo que él se escurre y se acuesta en el asien
Mi último díaCon este dicho doy la vuelta y me sumergió en las calles de México. La ciudad es preciosa, pero no tengo tiempo ni el ánimo para apreciarla. Tomo un taxi que me lleva al aeropuerto internacional de la ciudad de México. Compro un boleto para el vuelo más cercano que sale a Madrid. Compro un sándwich en la cafetería y espero sentada. Le doy vueltas al teléfono que Félix me dio. Está apagado, pero sé que Félix está tranquilo, mi pulso esta normal y no hay rastro de sangre. Observo la cicatriz, tan pequeña como un grano de arroz; ahí está el chic que complementa el móvil. Félix me lo puso mientras dormía. Nos llaman el vuelo en el que estoy y pasamos una sala de embarque, donde no esperamos mucho para montar el avión. Estoy en la parte del ala, justo en la ventana. Me tomo las medicinas.
—¿Todo listo? —pregunta Dough antes de llegar a la mansión de los Ramírez, donde nos reuniremos para tratar, por lo que entendí, sobre un puesto en la mafia y esas gilipolleces de mafiosos.—Listo.Me siento como un tamal, cubierta de armas, micrófonos y el chaleco antibalas. La situación desde mi punto de vista es fácil. Entramos, hablamos y si se presenta algún inconveniente Marcelo y yo podremos defendernos o al menos, hacer tiempo. Para ellos, es meterse en la boca del lobo. No entiendo su temor, razones tendrán.—Diosa, sé que no te gusta obedecer, pero por favor, hazlo hoy. —me pide Marcelo antes de bajar del coche.—Haré el intento —no prometo nada concreto, es una promesa que con seguridad romperé.Pasamos los grandes muros que separan la propiedad con el exterior
Como era de esperar, viajamos en un avión privado. Antes de subirme me aseguro de tener todas mis medicinas en orden en caso de necesitarla. Marcelo me mira más de lo común, pero no dice nada, respeta mi silencio. Dough, uno de sus guardaespaldas, se me acerca un par de veces e intenta hablar, sin hacerle caso, dejo que hable. Es lo mejor. Reflexiono mi vida, desde que vine a Madrid hasta la fecha, no me han pasado muchas cosas buenas, en realidad, ninguna.Unos meses antes de cumplir diecinueve, Simón me secuestra. Así que, los cumplí encerrada. Como regalo obtuve una follada con tres tipos, excelente regalo, ¿verdad? Antes de cumplir veinte estuve con hombres que no recuerdo ni sus caras. Cuando cumplí veinte me escape. Fui a la casa de Marcelo, a llevar a Valentina, quien en ese momento era una de las chicas secuestradas y que me pidió el favor de llevarla con su familia, lo hice. Alec fue el prim
A la mañana siguiente estoy molida. El brazo me duele horrores y tengo náuseas. Refunfuñando me levanto y me ducho. Tengo compromisos que no puedo posponer. En una mochila empaco un par de prendas. Me visto con algo que tape mi inflamado brazo.Al entrar a la cocina veo a Alec apoyado en la encimera doblado de dolor, se presiona la herida. Rápidamente dejo la mochila en el suelo y voy a ayudarle.—¿Qué haces? —preguntó angustiada.—Tenía sed —Indica. Mira mi mochila y cuestiona —: vas con mi padre, ¿no es cierto?—Tengo que hacerlo, lo prometí. —Destaco.—Ya sé que no puedo meterme en vuestros asuntos, pero necesito que me prometas algo.—Lo que sea —respondo sin dudar.—Jane, las personas que estarán mañana con ustedes son muy peligrosas. Los hombres de mi padre no podrán pasar más allá de la puerta de principal. Tú y mi padre estarán solos en territorio ajeno —Toma mis manos—. Prométeme que traerás a mi pad
Tengo un fuerte dolor de cabeza. Intento mover el brazo derecho, pero este no me responde. Agitado abro los ojos y lo primero que veo son los ojos color esmeralda de Eric. Me sonríe y me quita el cabello de la frente. Desorientada miro a mi lado, veo a Alec, con una transfusión de sangre en proceso. Pequeños fragmentos de lo que paso hace unas horas llegab a mi mente.—¿Él está bien? —le pregunto a Eric.Me noto la boca seca y el cuerpo débil, a dolorido; como si me hubiesen pasado un camión por encima.—Está bien. Renata dice que en unas horas despertara. —Me acerca un vaso a la boca—. Bebe.Le hago caso. Una sustancia espesa y dulzona se desliza por mi garganta. Agradezco el frescor. La bebo toda y me asiento en la cama. Eric con cuidado de no lastimarme el brazo vendado, me acomoda la almohada.—&ique
Último capítulo