Ada, visiblemente nerviosa, intentó explicarle:
—Dylan, tú me conoces mejor que nadie, ¿cómo podría hacerme daño a mí misma para perjudicar a Olaya? Además, fue Ada quien me invitó a salir, ¡el secuestro fue culpa de ella!
Antes de que Ada pudiera terminar sus sutiles palabras, Dylan la interrumpió con voz firme, llena de desprecio:
—Nunca te he gustado, ¿verdad? Solo me has mantenido en suspenso para alimentar de esa manera tu vanidad al ser cortejada por otros, ¿no es así?
Ada se tensó un poco al escucharlo. Su rostro cambió de forma drástica y sus labios temblaron, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. Mientras tanto, las lágrimas comenzaron a brotar, dándole un aire de lástima.
Sin embargo, Dylan parecía inmunizado. Irritado empujó a Ada hacia afuera. La dejó llorando en la puerta, sin mostrar ninguna otra reacción.
A pesar de todo lo que hizo por mí, no podía sentirme conmovida. Su dureza hacia Ada era porque ella lo había engañado. Si ella se disculpaba mostrando sincerida