Marie Moreau
Estoy aterrada con todo lo que está pasando en mi vida, estoy sola en el sillón de mi apartamento, en posición fetal, temblando y llorando, no tenía idea que el no contestarle a una persona podría ser considerado un delito.
—Todo es tan difícil desde que tu no estás.— Susurro abrazando mis piernas, nunca pensé estar viviendo algo como eso, apenas Mateo y yo nos comenzamos a llevar bien, apenas creo que todo va como quiero pasa algo para dejarme incluso peor que antes.
Tocan a mi puerta y me seco las lágrimas para ir a atender, abro la puerta y veo con horror a la señora Bell parada frente a mí. —De nada te sirvió quedarte con Mateo, me asegurare que no vuelva a salir en libertad. — Me dice ella empujándome y entrando como dueña y señora de la casa
—No tiene nada que hacer aquí. — Le respondo ella se quita los lentes y ve todo a su alrededor con aires de superioridad, solo porque tiene, dinero, yo también lo tengo, esto era lo que necesitaba por el momento para ir al traba