Los días transcurrieron con mucha tranquilidad y no hubo señales de presencias extrañas en la casa, Gabriel y yo habíamos concluido que todo fue producto de la imaginación de Madison, sin embargo, también pudo haber sido una broma.
― ¿Has visto mi peluche de unicornios? ― Preguntó Emma revisando bajo la cama ―.
― No, pero ven acá. Yo te ayudare a encontrarlo. ― Extendí mis brazos y se lanzó a mí dando un gran abrazo ―.
― ¿Sí he hecho bien mi rol de hermana verdad?
― Asintió ―. Eres una hermana superdivertida, me gusta pasar tiempo contigo.
― Te has ganado una salida al parque de atracciones ¿Te gustaría ir hoy conmigo y con Gabriel?.
Se alejó de mí y comenzó a saltar de la alegría al recibir la noticia.
― ¡Sí! ¡Parque, parque, parque! ― Decía dando vueltas ―. Me quiero montar en el carrusel, la silla voladora, el gusano loco, rueda de la fortuna, en los brinca brinca… en todos me quiero montar.
― La comida está servida, mis princesas ― Anunció Madison ―. La última en bajar lavará lo