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¡Ay, Marcos, no te pongas así! ¡Siempre tan exagerado! Solo he venido a saludarte y a hablar de cosas de familia. Cosas que te tocan de cerca, por cierto. Isabel miró a Clara con una curiosidad maliciosa. ¿Y esta jovencita quién es? ¿Otro de tus ligues? Veo que sigues teniendo buen gusto, aunque eres un poco predecible.

Clara se indignó. La forma en que Isabel hablaba de ella, insinuando que era solo un rollo, le daba asco.

Ella es Clara Romero, una de nuestras escritoras más importantes, dijo Marcos con tensión, poniéndose un poco entre Clara e Isabel. Y no es asunto tuyo.

¡Ay, Marcos! ¡Siempre protegiendo tus... posesiones!, exclamó Isabel con una risita seca. Pero tranquila, no voy a robarte a tu escritora. He venido a hablar de algo más... importante. Algo que tiene que ver con tu padre. Y con la herencia.

Cuando nombró la herencia, Marcos se puso más tenso aún. Se le puso la cara blanca y los ojos le brillaban con rabia contenida.

No
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