Llegó el viernes, Antonio apagó su celular para no recibir llamadas de empresarios preguntando por la boda, y se colocó a trabajar con la instrucción de no recibir visitas
-Ángela que nadie me moleste, no estoy para nadie, quiero trabajar tranquilo-
-si don Antonio, no se preocupe-
Estela dejo a cargo a sus empleadas de los detalles de la boda, mientras ella fue donde el sastre que le estaba haciendo el vestido de novia a Paula.
-querida Estela, qué placer verla por aquí- le dijo el sastre
-querido ¿hace cuánto que soy tu clienta?-
-mmm unos 20 años más o menos, ¿por qué lo pregunta?-
-¿y con cuántas clientas te he recomendado?
-señora Estela, no sé, son muchas en estos años-
-qué bueno que lo tengas claro, porque te voy a pedir algo-
-¿qué cosa?
-un vestido de novia igual al de Paula, pero en una talla más pequeña… mucho más pequeña- dijo Estela
-¿¿qué?? Imposible por tiempo no alcanzo
-vas a tener que alcanzar porque de lo contrario me buscaré otro sastre y mis amigas también-
-haré