—Buon appetito —saludó con una media sonrisa—. Pensé que tal vez hoy no tenías ganas de comer sola.
Alicia parpadeó varias veces. Verlo ahí, en su oficina, sin protocolos, sin una escolta detrás ni el aura intimidante que solía acompañarlo… fue desconcertante. Su primera reacción fue la confusión,