Renato se despierta y no entiende en donde esta, todo le parece extraño y luego recuerda que está en la casa de Melek.
Se gira y la busca, pero no la encuentra.
Se levanta y camina por el pasillo y abre una puerta, observa y ahí está ella, durmiendo muy plácidamente con su diminuta ropa interior de encaje, que no deja nada a la imaginación, sino todo lo contrario.
Renato la observa traga saliva y cierra la puerta, la deja descansar
Aún no había notado lo bella que era Melek.
Se va a la cocina y prepara café para ambos.
Melek se despierta y no sabe si es por el ruido que hizo él o por el rico aroma del café.
— Buen día hermoso, tu si que eres completo, o mejor dicho, eres el hombre perfecto, dice mientras lo abraza por la espalda.
El se gira con su dulce sonrisa y quedan ambos en medio de la cocina mirándose a los ojos, tan cerca que pueden sentir sus corazones latir.
Ambos admirando la perfecta y atractiva cara del otro.
— Ya está el desayuno, dice él para no tentarse y besarla.