Damián.
Todo estaba oscuro, escuchaba la voz de Izaro y Alma, solo eran susurros pero con eso me valía para saber que estaban bien.
Todo estaba saliendo a la perfección cuando la luz de la comisaría se fue al completo, los guardias comenzaron a mirar que había sido eso pero no encontraron nada. Abel, la mano derecha de Miguel nos había mandado marchar, también nos dijo que él mismo iría a mi casa a por esas pruebas y fue así como nuestro único plan se fue a la mierda.
Miguel es el jefe de la comisaría, el que estaba al mando de todos los casos. Pero en este en específico él no lo estaba.
Intentábamos contactar con Roberto y Masen pero ninguno contesta las llamadas, María y Claudio tampoco respondían las llamadas, el miedo nos estaba comiendo a los tres. Ya habían pasado más de seis horas desde que salimos de mi casa. Estábamos esperando al taxista pero no llegaba. Decidimos comenzara caminar, Izaro