A última hora de la mañana fui despertado por el superior, su voz me hizo tambalear y el mensaje fue mucho peor. Zhúric tuvo problemas con su habilidad, es decir, se puso como una cabra al no querer tocar a nadie. Y la entiendo, porque no se ha recuperado del todo, a lo seguro tener un viaje extracorpóreo de esa magnitud le hará tener más migrañas.
—¿Dónde está? —inquiero a su sanador que se encuentra pálido y sudoroso.
—Encerrada en su oficina —susurra, inquieto—. Quisimos que entrara en la mente de Jeorge Ask, pero se puso histérica, se rehusó a hacerlo.
—No lo hará. ¿Acaso no has pensado en sus últimas migrañas? Ha utilizado mucha fuerza mental desde que se despertó y si ella hubiese entrado en esa mente, quizá quedaría atrapada en ella o moriría.
—Ella es indispensa