En un futuro soberbio y prodigado por la genialidad de lo nuevo, se avecina una enfermedad extraña, la cual hará que hasta los más avariciosos se vean reducidos en la inopia. La agente especial de la policía, Zhúric, es asignada a descubrir qué generó o quién trajo esa enfermedad con anomalías insólitas. Con una capacidad inimaginable de ahondar en las memorias de otros, asumirá riesgos que le dejarán daños a largo y corto plazo. Acomplejada por el misterio que desencadenó este surgimiento extraño, tendrá que hacer lo posible por no dejarse llevar por la pesadumbre de las mentes de aquellos que toca. Sin embargo, mientras oprime el botón del ingenio, se percatará de que todo no es lo que parece y de que fue traicionada por quien menos esperaba. A partir de allí, el desencadenante de los males que ahora acechan al mundo jugará de su lado en el tablero de ajedrez.
Leer másCiudad Silver
Despierto agitada; la misma pesadilla regresó. El gélido sudor se desliza por mi frente, haciéndome recordar que no lograré salir de la culpa tan fácil… los recuerdos siguen ahí, sin querer soltarme. Me inclino con un suspiro para saber la hora, esta me saluda con letras rojas y con un bufido vuelvo a caer sobre las sábanas. Ya es de madrugada y afuera el bullicio de la ciudad no cesa. Vuelvo a levantarme, de ese modo dejo que las sábanas húmedas se deslicen hasta posarse en el suelo; no veo la hora de poder salir a la playa, pero el clima parece no querer dar el brazo a torcer. He anhelado el descanso desde que entré a mi oficina como una detective hecha y derecha. Ahora que la tengo, no he podido disfrutarla como es debido.
Trazo con los dedos aquella cicatriz que se extiende por mi hombro y muere en mi omoplato. “Marcas de guerra”, otra línea fea y rugosa en mi cuerpo, una más a la colección. Observo a través de las puertas del balcón el edificio de al frente, la imprudencia está pintada en sus paredes verde oliva, pues sus habitantes están más drogados que los vagabundos de la ciudad Ocre. Sus vehículos reposan cerca de las ventanas y el vapor que despiden inunda las habitaciones serenas… por algo odio los autos voladores, o por el nombre de ahora: los versags. Si estuviese ejerciendo justo ahora, sacaría mi pistola, me vestiría, tocaría la puerta con patadas y tocaría mi brazalete para mostrar el holograma que evidencia mi placa.
Y justo que pienso sobre el brazalete, este empieza a zumbar y casi con desgana, dejo que la llamada entre. Me alejo un poco del balcón para que el ruido no distraiga demasiado.
—Zhúric.
Deslizo los dedos de nuevo por mi hombro. Su acento hace que mi nombre se escuche estrellado y algo feroz.
—¿Qué pasa, jefe? —Paseo la mirada por las paredes… requieren una nueva pintada. Es un asco.
—Te necesitamos.
Dejo caer la cabeza con una fuerte exhalación, se supone que tendría un mes de vacaciones. Sin embargo, parece que fueron recortadas.
—¿Y mi compañero está de acuerdo con esta decisión? —En el otro lado alguien carraspea, y sé muy bien quién es—. Ya veo que sí.
Alcanzo mi maleta, pensativa, pues voy a empacar mis pocas ropas de una vez.
—Tenemos un asunto de suma prioridad, compañera.
Me detengo.
—¿Qué tipo de asunto?
El suspiro por parte de mi jefe y el silencio me ponen alerta. No poder ser eso… está neutralizado… no.
—Hubo un brote —comenta Colt, mi compañero, con voz ronca.
Mi jadeo se mezcla con el ruido de los parlantes desgastados del edificio contiguo. Me armo de toda la voluntad que guardaba y empiezo a tirar en la maleta cada prenda que encuentro.
—Allá estaré antes del lunes —suelto con determinación.
Cuelgo con esa presión particular en el pecho...
Retomaré mi caso más repudiado entonces.
❂❂❂
AVISO:
Este manuscrito lo escribí en 2018, de modo que habrá errores, los cuales corregiré cuando tenga tiempo.Me disculpo por presentarles esta obra sin corregir.Asimismo, aclaro que me basé muchísimo en el juego Observer, que comparte el mismo título, así que podrán hallar muchísimas similitudes. Sin embargo, el manuscrito es totalmente original.Ella gime intentando llevar oxígeno a sus pulmones. Caigo de rodillas frente suyo, impactado y moviéndome de adelante hacia atrás; las lágrimas se deslizan libres. En el momento que se desploma la agarro, aún tiembla y sigue sin entender bien lo que hice. La impotencia es reemplazada por la cruda furia, la abrazo contra mí, sollozando. Negando una y otra vez con la cabeza… soy un monstruo, uno de los peores.Su rostro se drena de color, abre la boca para sacar algunas palabras, pero lo único que expulsa es su sangre. Sus ojos turbios pierden el brillo con celeridad, me sigo moviendo, ignorando mis lamentos para poder enfocar mi mirada en la herida, es tarde… no podré llevarla a algún centro médico cercano, es grave, no cesa de sangrar. Mis hombros tiemblan más. ¿Qué hice?—Damián —tartamudea con las pocas fuerzas que reúne—, tranquilo
Todos tenemos un pasado que no deseamos mostrar con facilidad, pero yo se lo mostré en su totalidad a mi jefe y muy poco a mi compañera. Ya no la veo como tal, ni como a una amiga, la siento y veo como algo más allá de esos apodos… no la siento como mía, pues no es un objeto que puedo utilizarlo cuando se me venga en gana, la aprecio como mi complemento.Me levanto de la cama, no logro conciliar el sueño gracias a mi mente que divaga demasiado. Aparto las cortinas para observar el edificio de al frente, están en plena fiesta, pero respetan que los demás se encuentran roncando, pues el volumen de la música no es para nada alto.Me giro para salir y hacer algo de comer. Zhúric debe de estar en su oficina junto a Gastón; entre observadores se entienden. Trabaja hasta tarde, es demasiado enfocada en su labor, por ello no duerme lo suficiente, solo dormita.—Pero si estoy aqu&ia
Al regresar con la mente aún en lo sucedido con Ask, me encontré con Zhúric sentada en el borde del andén, esperándome. Esta vez si quiso tener ayuda de los sanadores que no tardaron en cicatrizar su frente y mas o menos su muslo que está con una venda. Me miró sin decir nada mientras me sentaba a su lado con un suspiro; ni se ha quejado de eso hasta ahora.—La mente de Rick estaba distorsionada, es como si hubiese sufrido una amnesia —susurra, con el mentón en la cima de sus rodillas—, la CCV comentó que investigará eso, y, por ende, decidieron llevárselo a su plantel. Gastón no lo negó, pues necesita saberlo al igual que yo.Al no obtener mi respuesta me ve interrogante. Cuánto me gustaría decirle que hay alguien más que se preocupa de ella y la protege a escondidas… no me gusta ocultárselo, pero toca. Reitero: nos conocemos
Me desplomo en la mi silla giratoria. Sobre mi mesa se encuentran las tablets holográficas con la información suficiente con el caso que nos asignaron. Después de la verdadera demostración de emociones por parte de Zhúric, Gastón nos interrumpió dándonos esto. Más tarde saldremos a revisar de nuevo la calle en donde se ubica aquella casa que contenía centenares de fotos de la rubia y de ciertos personajes. Aunque esperaré a mi compañera, puesto que decidió hacerse cargo de la cremación de Greta junto a su bebé… esparcirá las cenizas en una maseta con semillas de gardenia que cuidará con esmero.—Haré eso porque es como si restableciera todo. Como si sus vidas crecieran a través de una planta. Es mi redención.Comentó con una sonrisa de medio lado y con una nueva cicatriz a su colección, gracias a
—¿Qué hacía ella ahí? —Lo observo conducir. Su cara es indescifrable, típico de Gastón.—Estaba siguiendo nuestros pasos.—Pero ¿por qué?Me mira por unos segundos antes de volver la mirada al frente.—Quería respuestas. Quería sacarnos información a las malas del porqué su compañero salió siendo un canalla terrorista. Entonces se encontró con lo que no debía, así que nos informó sobre lo que presenció.—¿No estaba informada?Niega con su cabeza.—Cuando se destapó la verdadera fachada de Índigo ella no se encontraba en la ciudad. Es más, renunció porque está esperando a un hijo.Golpeo la parte trasera de mi cráneo contra el respaldar del asiento.—No me jodas…—Exacto, el n
A última hora de la mañana fui despertado por el superior, su voz me hizo tambalear y el mensaje fue mucho peor. Zhúric tuvo problemas con su habilidad, es decir, se puso como una cabra al no querer tocar a nadie. Y la entiendo, porque no se ha recuperado del todo, a lo seguro tener un viaje extracorpóreo de esa magnitud le hará tener más migrañas.—¿Dónde está? —inquiero a su sanador que se encuentra pálido y sudoroso.—Encerrada en su oficina —susurra, inquieto—. Quisimos que entrara en la mente de Jeorge Ask, pero se puso histérica, se rehusó a hacerlo.—No lo hará. ¿Acaso no has pensado en sus últimas migrañas? Ha utilizado mucha fuerza mental desde que se despertó y si ella hubiese entrado en esa mente, quizá quedaría atrapada en ella o moriría.—Ella es indispensa
Último capítulo